Escribo porque siento tu congoja,
preciosa cenicienta de mis días,
la luna, en esta noche, te ha mirado
y han vuelto a humedecerse tus pupilas.
Saliste a caminar a media noche
y fuiste, sin dudar, hacia la ermita,
tus pasos te llevaron en silencio
al sitio y al lugar que tú querías.
Pensabas en las costas, muy distantes,
un sueño el de llegar a la capilla,
en ellas te esperaban unas rosas
y un beso del amor que allí nacía.
Sentías esa mezcla de nostalgia,
producto del calor y la campiña,
del tiempo y el espacio que, el silencio,
aumenta, sin saber, en su agonía.
Escribo porque quiero ser tu amante,
los ojos que te miren y te sigan,
la mano que te roce todo el cuerpo
y el labio que se pose en tu mejilla.
No quiero que te agobies en la noche
y menos que confundas a la brisa,
la eterna telaraña de las sombras
engaña hasta al nordeste, en la bahía.
Despeja las legañas de tu frente,
eleva hacia la luna tu barbilla,
y grítale, bien alto, con mi nombre,
la frase de ese pecho que suspira.
Yo sé que la distancia es un martirio,
que marca a las personas, en sus vidas,
por eso el corazón, con su cordura,
nos dice que vivamos día a día.
"...Escribo porque quiero que me leas
y escribo, para ti, querida niña,
lo hago, en estas letras, con un beso
que lleve hasta tus labios mi sonrisa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/07/15
preciosa cenicienta de mis días,
la luna, en esta noche, te ha mirado
y han vuelto a humedecerse tus pupilas.
Saliste a caminar a media noche
y fuiste, sin dudar, hacia la ermita,
tus pasos te llevaron en silencio
al sitio y al lugar que tú querías.
Pensabas en las costas, muy distantes,
un sueño el de llegar a la capilla,
en ellas te esperaban unas rosas
y un beso del amor que allí nacía.
Sentías esa mezcla de nostalgia,
producto del calor y la campiña,
del tiempo y el espacio que, el silencio,
aumenta, sin saber, en su agonía.
Escribo porque quiero ser tu amante,
los ojos que te miren y te sigan,
la mano que te roce todo el cuerpo
y el labio que se pose en tu mejilla.
No quiero que te agobies en la noche
y menos que confundas a la brisa,
la eterna telaraña de las sombras
engaña hasta al nordeste, en la bahía.
Despeja las legañas de tu frente,
eleva hacia la luna tu barbilla,
y grítale, bien alto, con mi nombre,
la frase de ese pecho que suspira.
Yo sé que la distancia es un martirio,
que marca a las personas, en sus vidas,
por eso el corazón, con su cordura,
nos dice que vivamos día a día.
"...Escribo porque quiero que me leas
y escribo, para ti, querida niña,
lo hago, en estas letras, con un beso
que lleve hasta tus labios mi sonrisa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/07/15
Sentimiento en letras que une y disuelve la distancia
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Gracias por tus palabras Amy.
EliminarUn abrazo.
Te sienta bien escribirle!
ResponderEliminarBesos.
Gracias Carmen.
EliminarBesos.
Escribes porque eres un poeta que late, vive y siente .
ResponderEliminarUn beso.
Me haces ruborizar María.
EliminarUn beso.
Escribes,
ResponderEliminary en cada linea trasladas alma y pupila a la nube de sentimientos donde descansan las palabras.
Mi abrazo de luz y gratitud
Gracias por verlo así Athenea.
EliminarUn abrazo.
Hoy.. me traes recuerdos con tus letras que aun duelen Rafael... y es que sé de distancias... de vivir los días a días y de querer que te lean y leer... es complicado...
ResponderEliminarUn beso
Me alegro de que así sea Amando.
EliminarUn beso.
Gracias Rafael por tu comentario ..un plcer recibirte.
ResponderEliminarTus versos no pueden ser mas bonitos ...llegan al alma...
un abrazo
Agradezco tu comentario Marina.
EliminarUn abrazo.
es curioso esto del escribir Rafael
ResponderEliminaryo por lo general escribo para mí la Poesía que me gustaría leer jejeje
abrazos y buena jornada
Sonrío Ely, ya que me pasa lo mismo.
EliminarUn abrazo.
Vivir el momento, aunque la distancia sea un martirio.
ResponderEliminarTus protagonistas evocan el amor con tal sentimiento que el poema se hace inmenso.
Abrazos, Rafael
Me alegra de que lo veas de esa manera Verónica.
EliminarAbrazos.