(Inspirado en la imagen del pintor Leonid Afrémov)
Os he visto paseando muy callados
por el parque tan mojado de la aldea.
Era invierno y las farolas observaban
esa estampa de la lluvia en las aceras.
Unas gotas que llegaban de los cielos
a fundir los pentagramas y cabezas,
a dejar entre los pliegues del camino
unas lágrimas sencillas y sinceras.
Porque el cielo con la nube del invierno
impresiona con sus grises y tormentas,
con el beso tan ansioso de la brisa
y el aviso muy fugaz de las galernas.
Tú llevabas el paraguas en la mano
y ella, en cambio, te abrazaba la cadera;
era un paso cadencioso y en silencio
con un banco de testigo y la floresta.
Yo miraba vuestros pasos embobado,
como un árbol otoñal con su presencia,
presentía que era un sueño vuestra imagen
y que pronto volvería a la inocencia.
Pero pronto rechacé tal pensamiento
y me dije que el amor no tiene escuelas,
ni patrones ensayados que definan
esa tierna sensación que da la esencia.
Porque el néctar de la vida es poesía
y el amor, en cada joven, un poema.
¿Qué sería de nosotros, soñadores,
si la vida y el amor fueran novelas...?
Pero sigo disfrutando de la lluvia
y el paseo juvenil de vuestras piernas,
abrazados, como vais, yo siento envidia
y quisiera ser la pluma de un poeta.
"...Os he visto paseando, enamorados,
y he sentido que hasta el alma se acelera,
porque voy en los suspiros de unos labios
y en los versos, sin palabras, de sus letras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
30/01/17
Os he visto paseando muy callados
por el parque tan mojado de la aldea.
Era invierno y las farolas observaban
esa estampa de la lluvia en las aceras.
Unas gotas que llegaban de los cielos
a fundir los pentagramas y cabezas,
a dejar entre los pliegues del camino
unas lágrimas sencillas y sinceras.
Porque el cielo con la nube del invierno
impresiona con sus grises y tormentas,
con el beso tan ansioso de la brisa
y el aviso muy fugaz de las galernas.
Tú llevabas el paraguas en la mano
y ella, en cambio, te abrazaba la cadera;
era un paso cadencioso y en silencio
con un banco de testigo y la floresta.
Yo miraba vuestros pasos embobado,
como un árbol otoñal con su presencia,
presentía que era un sueño vuestra imagen
y que pronto volvería a la inocencia.
Pero pronto rechacé tal pensamiento
y me dije que el amor no tiene escuelas,
ni patrones ensayados que definan
esa tierna sensación que da la esencia.
Porque el néctar de la vida es poesía
y el amor, en cada joven, un poema.
¿Qué sería de nosotros, soñadores,
si la vida y el amor fueran novelas...?
Pero sigo disfrutando de la lluvia
y el paseo juvenil de vuestras piernas,
abrazados, como vais, yo siento envidia
y quisiera ser la pluma de un poeta.
"...Os he visto paseando, enamorados,
y he sentido que hasta el alma se acelera,
porque voy en los suspiros de unos labios
y en los versos, sin palabras, de sus letras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
30/01/17
Bello el cuadro y el poema
ResponderEliminarAbrazos
Gracias Natalia.
EliminarAbrazos.
Rafael, das voz y sentimiento a esa imagen, que se difumina con la lluvia y que nos habla de una realidad palpable como es el amor...El dá sentido a la vida e inspiración a los poetas.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo siempre, amigo.
Gracias por esa magnífica interpretación de la imagen María Jesús.
EliminarUn abrazo.
He paseado por el camino húmedo con un sentimiento genuino y el sonido de tus versos uufff sentida la inspiración esto es lo que yo llamo un poemazo precioso!!!, un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarMe alegro de que te gustara Bea.
EliminarUn abrazo.
Y sentir ese "quizá" desvanecido entre llovizna...
ResponderEliminarMi abrazo a tu luZ
Gracias Athenea.
EliminarUn abrazo de luz.