Guardo tus cartas
repletas de vivencias
y de ternura.
Fueron tus letras
un bálsamo precioso
que me alivió.
Yo era muy joven,
soñaba con princesas
inalcanzables.
Eran producto
de sueños y lecturas
de aquella infancia.
Te conocí,
sentada bajo un tilo,
mientras soñabas.
Mirabas lejos,
al mar y al horizonte,
frente a tus ojos.
Una libreta
estaba en tu regazo
con un bolígrafo.
Era un diario
y a él le confiabas
tus ilusiones.
Y yo te hablé,
te dije unas palabras
que no recuerdo.
Tú contestaste,
sincera y sonriendo
y me senté.
Y desde entonces,
la sombra de aquel tilo
unió dos almas.
Por eso, ahora,
rebusco entre tus cartas
y sé de ti.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/11/25

Bonito y romántico poema, que tengas una linda semana Rafael.
ResponderEliminarmariarosa
Hay escenas simples que conforman los recuerdos más preciados y que nunca se van. Debe ser por la pureza y el amor que contienen. Muy hermoso amigo, te mando un abrazo grande.
ResponderEliminarP A T Y
Cartas que se guardan y se quedan en ese lugar de nuestro corazón y de vez en cuando, al echar la vista atrás, las recordamos. Un bonito poema. Un besote, feliz noche.
ResponderEliminarMe encanto. Creo que se identifica con cada quien en algún momento de nuestras convivencia y romances.
ResponderEliminarSaludos.