Has cambiado mi vida,
aunque no te lo creas,
tras tener, en mis manos,
a las tuyas tan tiernas.
Esas manos sencillas,
con sus dedos de seda,
que escribieron los versos
que un buen día me dieras.
Al leer las cuartillas,
percibí la tristeza,
que dejaba la tinta
como sangre en tus letras.
Y pedí, a tus ojos,
esa lágrima plena,
que bailando corría
por tu cara tan bella.
Sonrieron tus labios
y durmió, con la niebla,
en tus ojos de niña,
la legaña traviesa.
Yo te di mi cariño
y ofrecí las mareas,
de este mar que, a la playa,
va a dormir en la arena.
Y soñé con tus sueños
y vibré por tus venas,
al sentir los latidos
que emanaba de ellas.
Eras tú, vida mía,
mariposa pequeña,
que en la noche soñabas
con la luna y estrellas.
Y me uní con tus sueños,
para amarnos de veras,
en un lazo invisible
que no tiene cadenas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/06/24
Preciso ese final. Rafael, eres un poeta de los pies a la cabeza. Un besote, feliz martes.
ResponderEliminarGracias Campirela, eres muy generosa.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Una bella poesía Rafael. Cuanta ternura y amor en tus letras. felicitaciones.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias también, María Rosa.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Sensibilidad, amor y ternura es una combinación segura.
ResponderEliminarFelicidades !
Gracias Lara.
EliminarSaludos.
Me gusto tu poema, hay personas que con solo conocerlas nos cambia la vida. Te mando un beso. Enamorada de las letras
ResponderEliminarGracias J.P. Alexander.
EliminarSaludos.
Ese lazo invisible que une a dos personas con el mismo destino...Muy bello e inspirador, Rafael.
ResponderEliminarFeliz semana y mi abrazo manchego.
Qué magnifico cierre de poema, Rafael, enhorabuena!!!
ResponderEliminarAbrazo.