En el desván,
dormidos y olvidados,
hay muchos libros.
Llenos de polvo,
ajenos a la vida,
allí descansan.
Fueron un mundo,
distinto de la infancia,
que yo viví.
Y los recuerdo,
ahora, en este otoño,
con sus colores.
¡Qué bellas letras,
cargadas de aventuras,
pude leer...!
Y aquellos ratos
de amor y de ternura
que descubrí.
Era otro mundo,
de sueños y utopías,
que vino a mi.
Hoy, el otoño,
se funde con la vida,
en mis recuerdos.
Y desearía
volviera aquella infancia
con estos libros.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/10/24
Feliz domingo. Cuantos recuerdos nos dejaron esos libros de la infancia que hoy en el desván duermen, pero quién dice que no volverán a despertar. Besotes.
ResponderEliminarCierto Campirela.
EliminarUn abrazo.
Los libros, Rafael, atesoran mundos fantásticos, siembre es grato releerlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es como dices, Rafael, gracias.
EliminarUn abrazo.
Hola Rafael!! Cuanta imaginación creada en los libros de nuestra infancia, tantos personajes que nos hacian volar por otras dimensiones. Es lindo recordar eosos momentos felices que no regresaran. UN abrazo amigo!!!
ResponderEliminarGracias Merce.
EliminarUn abrazo.
Los libros... esas joyas que guardan las sensaciones de sus lecturas. Historias más allá de la historia...
ResponderEliminarBravo 👏🏼
Los libros del desván nos esperan siempre en los recuerdos y en hermosos poemas, como este que nos dejas, Rafael...Siguen vivos en la mente y el corazón.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz otoño.
Todo un (re)descubrimiento encontrarse de nuevo con los libros de la infancia.
ResponderEliminarYo conservo algunos, todos pintarrajeados. Leí uno de ellos, y sí, es verdad que no se reciben del mismo modo que antaño, pero sigue la magia.
Abrazo, Rafael.
Gracias por tus comentarios y palabras de hoy, Verónica.
EliminarAbrazo.