Yo pude ver
la tarde, en la montaña,
irse a dormir.
Y disfruté
del cielo y sus colores
encantadores.
¡Qué bello embrujo
llegó hasta mis pupilas
con tanta magia!
Quedé cegado,
igual que lo fue Saulo,
y suspiré.
Era sublime
la música, sin nombre,
de aquel adagio.
Porque, pensé,
en dedos y batutas
que dirigían.
¿Quién era autor
del cuadro tan sublime
que daba el cielo?
"Tú bien lo sabes",
me dijo en un susurro,
la Voz amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/09/25
Que esa cabecita nos siga ofreciendo bellos poemas.
ResponderEliminarMuy bonito mes poeta, abrazos
Y nosotros pudimos ver la belleza de la tarde, la montaña y la mano creadora gracias a ti.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Qué bonito disfrutar de esta manera.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz mes de octubre.
Rafael, tu poema nos muestra ese momento mágico y espiritual, que vives al ponerse el sol...ese cuadro divino, que además te responde en la profundidad de tu alma.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y agradecido, amigo poeta.
Fuimos testigos de la belleza que relatas en tu bello poema.
ResponderEliminarAbrazo
Bello paisaje que impregno en tus pupilas y ahí están para siempre...
ResponderEliminarCálido abrazo.