Aquellos ratos
andando por las sendas,
no los olvido.
Muchos amigos
recuerdo con nostalgia,
de esos momentos.
Porque el silencio,
subiendo a las montañas
se compartía.
Íbamos juntos
llevando nuestros miedos
mientras cantábamos.
Viejas canciones
con voces algo rotas
y muy nerviosas.
Pero el camino
se hacía más sencillo
de esta manera.
La cumbre, altiva,
de lejos nos llamaba
y nos retaba.
A ella subíamos,
con penas y fatigas,
pero llegábamos.
Y desde ella
mirábamos muy lejos
a la campiña.
De allí subimos
y a ella volveríamos,
si había suerte.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/10/25

El camino de la vida, siempre es y ha de ser más amigable, cuando tenemos compañía que nos anima, cuida y acompaña. Bellos versos amigo, la amistad es uno de los pilares más necesario de esta existencia. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarP A T Y
La vida del andinista es un disfrute de paz. En mi país decimos andinista por los andes, mi hijo lo es, no sé cómo se llaman en tu tierra. Buenos recuerdos en un poema.
ResponderEliminarmariarosa
Cada camino andando y montaña explorada es un recuerdo de nuestra vida, es bueno mantenerla presenta , no da esa alegría que el tiempo tal vez nos quita . Un besote .
ResponderEliminarSolo quien ama la montaña sabe lo duro que es el camino a la cima. La montaña siempre se cobra algo. Pero llegar y disfrutar del paisaje, de ese regalo, es puravida.
ResponderEliminarNo se vuelve igual de la cima.
Abrazo, Rafael.