Estoy cansado.
Lo digo con frecuencia
y es la verdad.
Pesa la vida.
Los años transcurridos
dejan sus huellas.
Duele mirar,
atrás, hacia el recuerdo,
y con frecuencia.
Porque se añora
el tiempo y los vagones
que marchan lejos.
Y es que se pierden
las vías y estaciones
del viejo tren.
Atrás se quedan
las hojas marchitadas
de aquellos bosques.
Besos velados,
suspiros en la tarde
bajo los robles.
Y el viejo banco,
testigo enmudecido,
sigue en su sitio.
En él tu nombre,
se junta con el mío
y se entrelazan.
Pero el cansancio
me nubla el pensamiento
y tengo miedo.
Ya queda poco,
me digo en el silencio,
Se acaba el túnel.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/06/25
Esa sensación... tal vez inevitable, pero que sigue creando belleza. Quizá... ése sea su motivo positivo.
ResponderEliminarSiempre es bonito leerte.
Gracias por tus palabras y comentarios, Galilea.
EliminarUn abrazo.
Todo es cierto, la vida pasa, y con ellas llega los años y el cansancio, aunque los recuerdos son los que mantenemos vivos y estos deben ser suficiente para que en momentos de bajón nos ayuden a levantarnos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Rafael.
Así es, Campirela, gracias.
EliminarUn abrazo en la tarde.