lunes, 30 de septiembre de 2013

YO TAMBIÉN HE BUSCADO EL SILENCIO...


Yo también he buscado el silencio
en las noches heladas y frías,
para ver si en el mismo encontraba
unas gotas de amor infinitas.

Pero nunca encontré la respuesta
a esa paz que mi alma pedía,
ni encontré la laguna de plata
donde el agua descansa y suspira.

Me perdí por las calles oscuras
persiguiendo mil sombras distintas,
y creyendo alcanzar la figura
que en los sueños, tan dulce, nacía.

He buscado, paciente, el silencio
en iglesias con luz amarilla,
y tan solo me hablaron las piedras
con sus tristes ventanas vacías.

¡Cuánta nota dormía en sus bancos
como duerme la imagen bendita!,
¡cuánto incienso quemado a los dioses
y qué cera en velones sin vida!

Porque así descansaba el silencio,
terrenal, de una iglesia tranquila,
y sonaban, sin voz, las campanas,
en la torre llamando a la misa.

He buscado el rumor del silencio
en las playas de arenas muy finas,
en mañanas soplando el nordeste
y aguantando el salitre y la brisa.

Pero solo llegaban las olas,
con resacas, sin más, a la orilla,
y atrás quedan los mares sin nombre
con silencios mortales y heridas.

¡Cuántas vidas bajaron al fondo
de las aguas oscuras e impías!,
¡cuántos seres quedaron llorando
en los muelles por barcas vacías!

He buscado el silencio en tus brazos
y el amor, en la tierna mejilla,
pero estaba soñando, sin duda,
porque tú te ausentaste enseguida.

Yo no sé la oración de las almas
que en silencio, valientes, suplican,
y quisiera saber sus misterios
y plegarias que ardientes recitan.

Porque solo el silencio es silencio
y en la nada el silencio se cita,
a pesar de buscarlo en las noches,
en las tardes, mañanas y días.

"...Yo también he buscado el silencio
y esperaba encontrar tu sonrisa,
invisible y cubierta de sombras,
que alegrase esta página escrita..."

Rafael Sánchez Ortega ©
30/09/13

domingo, 29 de septiembre de 2013

HE APRENDIDO TU NOMBRE...


He aprendido tu nombre
y no quiero olvidarlo,
son apenas seis letras
que pronuncian mis labios.

Y te miro y remiro
como un niño descalzo,
que buscara en el cielo
a la luna y los astros.

Pero ya en el otoño
hoy te observo temblando,
y suspiro tu nombre
y lo hago despacio.

Yo no quiero asustarte,
cenicienta de paso,
ni robar tus suspiros,
ni quitarte tu manto.

Solo quiero tus ojos,
el temblor de tus labios,
y esa gracia que tiene
tu carita de encanto.

Porque quiero llevarte,
con tu mano en mi mano,
a un paseo en la playa
para ver a los barcos.

Para ver a los mares
con su baile dorado,
y mirar las gaviotas
que se cruzan volando.

Es un baile de espumas
y de sueños extraños,
donde todo es posible
y el amor es un faro.

Una eterna constante,
una luz en el llano,
una dulce cigarra
que nos deja su encanto.

Ya se cierra la noche,
van las sombras llegando,
y se escuchan resacas
y sonrisas y llantos.

"...He aprendido tu nombre
que he cosido en un lazo,
más allá de las nubes,
con suspiros robados..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/13

sábado, 28 de septiembre de 2013

HE SABIDO QUE TÚ TE HAS MARCHADO...


(A Uly...)

He sabido que tú te has marchado
a un lugar sin destino y sin nombre,
un rincón donde habita el silencio
y tan solo susurran los robles.

Has partido, sin más, de puntillas,
cenicienta, vestida de pobre,
pero yo te recuerdo en presente
deshojando tus mil girasoles.

Preguntabas por cosas del mundo,
cuestionabas la paz de los dioses,
afirmando que nada existía
más allá de suspiros y voces.

He sentido tu marcha profunda
al lugar de los elfos y el bosque,
mi rincón que ante ti defendía,
aunque tú lo negabas entonces.

Cenicienta teñida de rubia
¿dónde estás?, me preguntan los hombres.
No lo sé, les contestan mis ojos
derramando dos lágrimas nobles.

Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 17/09/13

SE ME ROMPE EL CORAZÓN...


Se me rompe el corazón en mil pedazos
y no puedo remediar lo que me pasa,
siento pena y rebeldía en el cerebro
que es ajeno a temporales y distancias.

Yo sé bien lo que la vida nos entrega,
lo que pide y lo que surge en la mañana,
y también que la razón no es importante
y que priman las señales más extrañas.

Yo quisiera caminar entre las nubes
y volar por los senderos de las aguas,
y quisiera que escucharas el silencio
y también la sinfonía sin palabras.

Yo quisiera rescatar tu cuerpo herido
y apartar de tus pupilas las legañas,
restañar esa tristeza de tus ojos
y dejar entre los mismos mi esperanza.

Una brisa que te cubra y te serene,
una linda mariposa plateada,
una brizna de alegría de los cielos
y una gota de la lluvia en tus entrañas.

Porque quiero retenerte entre mis brazos
y dejarte en tus oídos muchas nanas,
y llevarte al bosque eterno de los elfos
y dormirte en la cabaña de las hadas.

Y es así, como te quiero, cenicienta,
y es así como te buscan mis resacas,
las eternas fantasías de la mente
que en mis labios y mi pecho van marcadas.

Yo te quiero con el cuerpo estremecido,
el que vibra asustadizo a la campana,
el que lucha por la vida día a día,
el que late cuando llora y cuando ama.

"...Se me rompe el corazón en mil pedazos
y la sangre es un torrente que me estalla,
es un grito incandescente que reprimo
de protesta y de vacío ante la nada..."

Rafael Sánchez Ortega ©
28/09/13

viernes, 27 de septiembre de 2013

ME HE MIRADO LA CARA AL ESPEJO...


Me he mirado la cara al espejo
y ahí he visto los años que pasan,
las arrugas grabadas y surcos,
por un tiempo que llega y se marcha.

He sentido el rubor de los niños
al notar que mi mano temblaba,
pues los dedos tan firmes de antaño
ahora son cenicientas gastadas.

Mas he visto la luz en el fondo,
la que llevan los hombres que aman,
los que viven quizás día a día,
sin temer los reveses del alma.

Porque somos cautivos del tiempo
y venimos y vamos al alba,
a ese tiempo que nunca termina,
donde corre la vida sin pausa.

Y seremos, tal vez, inmortales
en un mundo de eterna esperanza,
donde solo se quedan los sueños
prisioneros sin voz y sin barca.

Es la vida sencilla que llega,
es la hora que marca la aldaba,
la llamada perpetua del hombre
a una muerte, quizás, anunciada.

Y se quedan los árboles mudos,
y se agotan también las palabras,
porque viene la sombra siniestra
que nos lleva con prisa a la nada.

Más no quiero partir de este mundo
renunciando a sutiles fragancias,
ni al olor de ese cuerpo tan lindo,
ni al sabor de tu fresa preciada.

Quiero amar, una vez, todavía,
quiero ser ese niño sin causa,
quiero oír el latir de tu pecho
al besar unos labios de plata.

Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13

HA LLEGADO, POR FIN, EL OTOÑO...


Ha llegado, por fin, el otoño
y su brisa recorre mis sienes,
hoy me siento feliz al notarlo
y al oír los suspiros tan breves.

Es el grito que dejan sus labios,
es la niebla que nace y se muere,
son las hojas doradas del árbol
y es la alfombra del bosque latente.

Unos niños caminan a clase,
unos hombres extienden sus redes,
las mujeres se afanan y  callan,
los ancianos musitan sus preces.

Una magia se extiende sin nombre
por las calles, las plazas y fuentes,
una música suave y ligera
deja notas de sol y de nieve.

Mas la nota sutil del otoño
es aquella que nunca se duerme,
la que vibra por siempre en la sombra
la que alegra al oído impaciente.

Y esa nota es la hoja dorada,
la que toman poetas, a veces,
con escritos plasmados en ellas
y mensajes concisos y breves.

"Yo te quiero", decía una nota,
(marchitada y carente de verde),
"con tu cara preciosa y tan linda
y te quiero por ser como eres."

Y otra hoja también del otoño
respondía con nota infrecuente:
"Yo te amo, mi amor, no lo dudes
y estarás en mi pecho, por siempre..."

El otoño se viste de largo
y arremete con furia el oeste,
gimotean los cielos tan grises
y sus lágrimas dulces florecen.

"...Ha llegado, por fin, el otoño,
en un nuevo y tranquilo septiembre,
ya deseo robarle su abrazo
y hasta el beso de seda que tiene..."

Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/13

jueves, 26 de septiembre de 2013

UNA HOJA ABANDONADA...


Una hoja abandonada
hoy he visto en mi libreta,
y al mirarla yo he sentido
sensaciones muy diversas.

Por un lado de alegría,
por el otro de sorpresa,
pues la hoja mencionada
fue un regalo de la tierra.

Recogida por mis manos
de aquel suelo, soñolienta,
la mezclé con otras hojas
virginales y dispuestas.

Hoy la veo y me conmueve
esa hoja y lo que lleva,
de recuerdos y de sueños
y también de gran tristeza.

El pasado es el pasado
y no hay nadie que lo mueva,
unas veces está lejos
y otras muchas está cerca.

Y es quizás, en ese estado,
cuando el alma se me anega,
renaciendo las heridas
de las rosas prisioneras.

Aún recuerdo aquella hoja
que tomó mi mano trémula,
y recuerdo tantos sueños
que salió de su belleza.

Yo recuerdo la figura
que la hoja me trajera,
y recuerdo hasta su risa
y sus ojos de leyenda.

Me entristezco al recordarlo
y ahora mismo me da pena,
son tal vez, las telarañas,
que dan vueltas y más vueltas.

Y lo hacen sin concierto
entre espinos y entre fresas,
que forjaron mis sentidos
y plasmaron en poemas.

"...Una hoja abandonada
hoy he visto prisionera,
la tomé en aquella tarde
sin saber que estaba muerta..."

Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13