Aquella tarde,
preciosa, de verano,
hoy la recuerdo.
"Perdida en ti",
decía la mirada,
de tus pupilas.
Una sonrisa
salía de tus labios
tan seductores.
Y unas palabras,
silentes, susurraban,
que me querías.
Por eso mismo,
no olvido aquella tarde,
ni mis suspiros.
Y es que te amé
con un profundo abrazo
y sin palabras.
Y mis suspiros
se hicieron tus suspiros,
sin darnos cuenta.
Aquella tarde
tan linda y delicada
sigue presente.
Y es que sus horas
perviven, desde entonces,
en mis latidos.
Éramos jóvenes,
con miles de proyectos
y de ilusiones.
Hoy, el presente,
mitiga la utopía
de aquel momento.
Pero te amé,
y quiero no lo dudes,
desde ese instante.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/11/24