lunes, 30 de junio de 2014

LA VERDAD ES QUE NO IMPORTA...


La verdad es que no importa,
ni me importa,
cuando leas esta misiva y estas letras
porque sé que en algún momento lo harás,
aunque puede que sea en aquel rato
en que te acuerdes de abrir la ventana
y ver que allí hay algo que te espera.

Es posible que busques el sol y la brisa
en medio de una mañana calurosa,
es posible también que trates de encontrar
el canto del ave en el árbol cercano
y también una nube misteriosa que no existe
y que tú formas allí,
por encima de los tejados,
casi, casi como si fuera una esperanza
que aliviara tus sudores
y dejara una frescura en tu rostro
y en tu alma.

Y si es así yo te digo que no importa,
que estas letras esperen agazapadas
en tu ventana
y que son como palomas que están deseosas
que una mano se acerque y las tome,
ya que simplemente tratan de llevarte
la caricia del nuevo día,
la brisa de mis labios,
la inocencia de una mirada
y la sonrisa que late en un corazón enamorado.

Si llegarán pronto o tarde, eso no lo sé,
pero al menos quiero que así sea,
que sean ellas las portadoras de este mensaje,
que sus alas vuelen por los espacios infinitos
y que surja entre sus plumas
esa gracia que ilumine tus pupilas
y el deseo irresistible de vivir
intensamente la jornada.

Es posible que el café te esté esperando
y a su lado hagan guardia
los sobados o galletas que acompañen
ese líquido preciado.
Si es así no los descuides
y si bebes de esa taza
y has leído ya estas letras
piensa siempre que estoy cerca,
que te miro y te sonrío
con el beso que ahora dejo en
el cuaderno para ti.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/14 (Madrugada)

domingo, 29 de junio de 2014

AL REBUSCAR...


Al rebuscar, sin prisas, en mi estudio
encuentro los billetes de aquel viaje,
la carta amarillenta de un amigo
y un sobre conteniendo dos postales.

En una me decían que me amaban
en otra que era tarde y olvidase,
y en ambas, una letra inconfundible,
que hicieron aflorar ciertos mensajes.

Recuerdos soñolientos e imprecisos,
cargados de nostalgia y de saudades,
postales con aromas de otros tiempos,
lejanas y caducas sin iguales.

Recuerdo la mañana, en que el cartero,
me trajo aquellas letras de otros mares,
venían con los besos y el salitre,
y brisa del nordeste y de las calles.

La mano que escribía aquellos versos
hablaba con pasión y con donaire,
haciendo que mis ojos se nublaran
en busca de otros sueños agradables.

La misma que, en los años venideros,
cambió su dirección, sin importarle,
los besos y promesas de  mi alma
ni el sueño compartido en tantas tardes.

Por eso me estremezco al encontrar
un sobre de momentos estelares,
aquellos que marcaron a mi vida
con sueños y con llanto en sus cristales.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/14

sábado, 28 de junio de 2014

TE IMAGINO...


Te imagino descansando en la cama
y durmiendo profundamente
en medio de la noche
y el calor reinante.

Te imagino medio destapada
o destapada entera
y con ropa ligera,
y también que me acerco a tu lado.

No sé, arriba lucen las estrellas
y hay una luna también
que alumbra la estancia.
Afuera se escucha el canto de las cigarras.
No hay viento y existe una paz profunda
que rompe el extenso silencio.

Mi mano se acerca a tu pelo.
Te acaricia y apenas te mueves.
Estás cansada, ¡muy cansada!,
pero veo una sonrisa fugaz
entre tus labios.
Yo también sonrío y rozo tu boca
con mis dedos.
Luego beso tu cara, tus labios,
tus oídos y susurro en ellos
"que te quiero".

Me levanto al fin y salgo de la habitación.

Afuera me espera la noche,
pero no quiero ir con ella,
quiero seguir contigo,
quiero estar a tu lado,
quiero soñar tus sueños
y quiero sencillamente poder oler
tu cuerpo
y tenerte entre mis brazos.

Rafael Sánchez Ortega ©
17/06/14 (Madrugada)

viernes, 27 de junio de 2014

ERA UN ADIÓS...


Era un adiós quizás desangelado,
una triste y amarga despedida,
porque todo quedaba en un pasado
con la sangre surgiendo de la herida.

Pero vino una mano a mi costado
y traía una rosa agradecida,
con un beso y el sello inmaculado
que detuvo mi adiós, en esa huida.

Y de nuevo sonaron los clarines
una tarde de junio, quizás breve.

Se volvieron azules los jardines
recordando el embrujo de la nieve.

Y a la vez revivieron los violines
y tu pecho pedía que lo lleve.

Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/14

jueves, 26 de junio de 2014

QUE TUS OJOS...


"...Que tus ojos reciban la frescura de mis besos
y tu alma la ilusión de las sirenas..."

Eso vine yo a dejarte en un susurro
y quizás, el principio
de muchas, muchísimas cosas
que hubiera querido contarte,
hablarte, murmurarte y decirte al oído,
aunque sé que es imposible,
porque tienes que descansar,
ya que el tiempo pasa, el sueño acude
y estás tremendamente agotada.

¿Cómo somos algunas personas...?
En realidad me lo pregunto muchas veces
y trato de obtener una respuesta,
que no llega.

No seré yo quien hable de mí ahora
y quien diga nada, porque no sería lo correcto
y menos en estas horas de la noche.

Si acaso dejar vagar la imaginación,
el pensamiento, como antes decíamos,
la ilusión y la utopía,
todo eso que en el mundo de los sueños
forma un lindo crisol en que se bañan los poetas.

Porque es cierto lo que intentaba
decir con esa frase,
y quería que tus ojos recibieran el aliento
de mis labios,
ese beso tan velado que llevara
mis suspiros a los tuyos,
ese roce, tan sutil, ´
que con mis dedos arrancaran a tu piel
de su modorra y la hicieran
simplemente estremecer.

Quizás solo buscaría estar ahí,
junto a tu lado, en este instante,
escuchando los latidos de tu pecho,
controlando tu respiración
que poco a poco conseguía el equilibrio
necesario para ir a descansar junto a Morpheo.

Aun recuerdo alguna vez que así te he visto
y pasado mucho rato contemplándote.
Fueron noches que no olvido,
que retengo en el recuerdo,
que las vivo y las revivo para mí,
porque son como fragmentos
de unos cuadros compartidos,
de una escena personal
e interminable entre dos almas
que se amaron y se aman,
como nadie entendería.

Y no hablo de princesas y sirenas
porque creo que las mismas
se quedaron con nosotros en la infancia.
Hoy existen otros duendes
que pululan por las noches
y hay estrellas caprichosas
que nos miran y nos siguen,
y una luna, sonriente,
que se acerca a la ventana y nos saluda
muy coqueta.

Y allí estás con tu paciencia y tu sonrisa,
con tus ojos de gitana recibiendo su cariño
y a la vez, acariciando mis cabellos,
mientras yo tomo tu mano
y la aprieto suavemente
y te digo que te quiero
y me miro en tus pupilas
descubriendo esos efectos de la luna
y las estrellas que me dices
y señalas con orgullo.

Sé que amar es muy difícil
y es la suma de segundos
y minutos que conforman cada día,
y es el dar y el recibir y el ofrecer
todo el cariño que uno siente por aquel
a quien se entrega sin pedirle nunca nada.

Porque amamos cada vez que nos miramos,
cada vez que nos sentimos tan cercanos,
cada vez que nos avisan las campanas
de la iglesia,
cada vez que los relojes nos anuncian
esa hora del adiós y la partida.

Y es que amor y poesía van unidos
y se juntan a tu lado
y en tu pecho y en tu alma,
y es el lazo indivisible que tú llevas
y que siempre me has mostrado
y ofrecido,
sin pedirme nunca nada.

Rafael Sánchez Ortega ©
16/06/14 (Madrugada)

miércoles, 25 de junio de 2014

A TI, POESÍA...


Llegaste a mi vida un día,
entre el nordeste y el salitre,
y conseguiste desequilibrarme.

Me enamoré de ti perdidamente
y aquí sigo,
                 e
                  n
                    a
                     m
                        o
                          r
                           a
                            d
                             o.

Rafael Sánchez Ortega ©
16/06/14

lunes, 23 de junio de 2014

YO QUIERO QUE SE ROMPA EL CORAZÓN...


Yo quiero que se rompa el corazón
en mil pedazos
y quiebren los cristales de las almas
sus reflejos.

Es fácil que me tachen de cobarde,
que piensen que estoy loco ya de todo
que sigo los dictados invisibles
de un mal que me atormenta
y me desangra.

Si acaso son delirios de la fiebre
de un alma que se encoge y se desinfla,
del miedo que me aterra cada día,
del hambre y de la sed que estoy pasando.

Se rompe la ilusión por muchas cosas
y a veces ni sabemos los motivos.
Se encoge el corazón y tiembla el cuerpo
y andamos y vivimos sin pensarlo.

Es culpa del amor, dirán algunos.
Es algo que producen las mareas.
El sol y la humedad también influyen
y es algo que atenaza en su desorden.

Lo malo es el estado que presenta
el ánimo y humor de quien escribe,
del hombre que se esconde tras
las letras,
del niño que persigue mariposas
y cometas,
del simple espectador que esto recoge
y siente que ha perdido la batalla.

Abundan los cobardes por el mundo
vestidos de charol y de payasos.
Lo hacen sin saber que esos vestidos
son dignos y precisos en algunos,
que arrancan seriedad de algunas caras
y llevan la sonrisa para otras

Se ponen el disfraz y la careta
tratando de pasar inadvertidos.
Les falta el corazón, y ese valor,
para ir hasta el espejo de su alma
y allí analizar serenamente
las causas y motivos de su miedo,
la falta de ilusión de sus latidos,
la ausencia y el dolor que el alma tiene
por culpa de un amor quizás marchito.

Es fácil que no quiera la respuesta,
que huya como huyen los cobardes,
que piense que la culpa es de los otros,
que él hace lo que siente y lo que sueña,
que sigue los dictados de su alma,
y anhela lo mejor para su amada.

Pero es que el corazón está muy roto,
cosido y remendado en mil pedazos,
a punto de exhalar aquel suspiro
ya apague para siempre sus latidos.

Entonces la razón lucha, en la sombra,
la vida le parece una utopía,
los sueños y el amor algo distante
y ajeno a los cristales de las alma.

Y llora el corazón en su agonía,
y el hombre se suicida, sin saberlo,
arrastra la inocencia, de aquel niño,
que un día paseó con los cometas en la playa
en busca de los versos de la vida
y el lazo de un poema extraordinario.

Rafael Sánchez Ortega ©
15/06/14