domingo, 14 de noviembre de 2010

VENGO A TI, VIEJA CASA SOLARIEGA...

Vengo a ti, vieja casa solariega,
la Casona que llaman de Tudanca,
con los muros de recio señorío
y tu esbelta figura blanqueada.

Vengo a ti zarzamora de poetas,
que plasmaron sus letras y palabras,
recogidas en bellos manuscritos
que con gracia y donaire te dejaron.

Vengo a ti de una Villa de la costa,
San Vicente, Los Tánagos y el Nansa,
he pasado por ellos y por Celis
y he llegado sin prisa hasta la Lastra.

Atrás queda el Rincón de aquel Poeta
cuyo nombre de origen se me escapa,
que al abrigo de hayas escribía
y buscaba las Musas y las Hadas.

Y aquí estoy, a tu puerta con el viento,
observando la nube en Peña Sagra,
y el escudo de armas en tu puerta,
aspìrando la esencia tan sagrada.

Es la esencia emanada de Cossío,
es la paz del lugar y de la estancia,
son las casas tan bellas de este valle
con la calma que deja la montaña.

Lentamente recorro las vitrinas
donde posan los libros que descansan,
colecciones de ensayos y poemas
y novelas surgidas de la nada.

Ellas son ese fruto tan preciado
que dejaron las plumas más preciadas,
y también sentimientos y pasiones
que dejaron los hombres en sus cartas.

Pero ésto es producto de un bohemio,
un autor del toreo y de las varas,
cuya vida fue un tanto variopinta
con amigos que aquí se relajaban.

Aún percibo las largas sobremesas,
las tertulias sin prisas desgranadas,
los cafés, los cigarros y los puros,
y la copa de orujo ó de cazalla.

Todo esto se palpa en este ambiente,
es un algo que llega como un aura,
se parece a la eterna melodía
que adormece a las almas con su nana.

"...Cuando salgo te miro pensativo
y rescato los cientos de miradas,
que otros hombres lanzaron a los vientos
y también los suspiros por la marcha..."

Hoy te dejo, más no por mucho tiempo,
volveré otro día en su mañana,
y vendré a saciarme los sentidos
y a sentir esa calma de Tudanca.

Rafael Sánchez Ortega ©
14/11/10

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