Brillaba el sol
un martes de septiembre
en la mañana.
Unas gaviotas,
graciosas, paseaban
junto al paseo.
Cerca, en la playa,
llegaban, con rumores,
unas resacas.
El manto blanco,
que visten, bien las olas,
día tras día.
Aunque en algunos,
y si hace temporales,
cambia a dorado.
Muy poco a poco
se abren las ventanas
en los balcones.
Y cobra vida
el mundo y las personas
en la jornada.
Pueblo de pesca
con gente marinera
en las bodegas.
Miran las redes,
ajustan los anzuelos,
fuman un rato.
La vida sigue
se estira en un paréntesis
y continúa.
Y tú sonríes,
suspiras en silencio
y das las gracias.
Gracias al cielo
por ver este regalo
de sol y luz.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/10/25
Rafael, me has llenado de imágenes y sensaciones.
ResponderEliminarGracias.
Abrazo!!!
Una belleza Rafael, imágenes e historia en cada nuevo poema.
ResponderEliminarAbrazo.