Pedí tu mano,
quería retenerla
entre la mía.
Ambas temblaron,
igual que nuestros ojos
y corazones.
Y nuestros labios
se hablaron "sin palabras",
como en la infancia.
Éramos niños,
en hombres encarnados,
ya casi ancianos.
Era el otoño
dorado de la vida
con sus abrazos.
Y en ese cuadro,
tan bello y admirable,
viví un poema.
Tú eras el verso,
y el junco que vibraba
con el rocío.
Tú eras la estrofa,
de música sin nombre
en mis oídos.
Y yo te amaba,
pequeña mariposa,
en ese sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/07/22
Tu mariposa siempre en tus versos.
ResponderEliminarBellos ❤❤
Es una costumbre Galilea.
EliminarUn abrazo y gracias.
Me ha gustado el término de pedir tu mano, el cual ya ni creo que este en uso amor de juventud amor eterno. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Campirela, es como dices, pero es una metáfora, en este caso.
EliminarUn abrazo y feliz noche.