domingo, 29 de abril de 2012

LA LUNA DEL CRISTAL ESTABA SUCIA...


La luna del cristal estaba sucia
y me quedé mirando las estrellas,
¡qué noche más oscura la del alma
carente de ilusión y de belleza!
 
Entonces recordé que tus palabras,
aquellas que formaron un poema,
decían tantas cosas del silencio
y hablaban de los miedos que te aquejan

Te vi como una rosa solitaria
en medio de la paz de la pradera,
la vida que pasaba por tu lado
llenaba tus pupilas de tristeza.

¡Tenías tantas cosas en el alma,
que incluso hasta el amor estaba en ella!,
tenías ese brillo de tus ojos
guardado y muy celoso en esa espera.

Un brote de ternura reservaba
tu paso por el mundo de las letras,
tampoco tú aspirabas a laureles
ni a nadie que alabara tu destreza.
 
Llevabas la sonrisa entre los labios
y el tierno corazón sin una queja,
por más que te envolvieran las envidias
y el mundo tan cruel con sus escenas.

Recuerdo que nos vimos una noche,
y al punto compartimos las esencias,
la eterna poesía de la vida,
que hablan sin palabras los poetas.

Yo entonces aún dudaba de mí mismo,
y fuiste aquella noche mi princesa,
me diste a conocer que la escritura
no baja en un suspiro a la libreta.
 
Escribe el corazón que está doliente
y escribe la sonrisa bien dispuesta,
descargan los susurros de las almas
que luchan con sus miedos y cadenas.

Por eso la conciencia se estremece
y oscila cual resaca de marea,
el flujo y el reflujo la hacen débil,
los miedos y las dudas se renuevan.

"...La luna del cristal estaba sucia
y deseé, de pronto, tu presencia,
llevabas tantas cosas en el alma
que ansiaba de embriagarme en tus poemas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/04/12

2 comentarios:

  1. Qué interesante eso de "la luna del cristal estaba sucia"...las miradas se apagan por tantas razones, y cada día nuestra propia vida interna nos dice que debemos empeñarnos en limpiarla.

    Abrazos miles, y felicidades siempre, Rafael.

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  2. La luna puede empañarse ó puede estar sucia, de nosotros depende que esté limpia y que refleje la realidad ó los sueños.
    Un abrazo Martiza,
    Rafael

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