Cuando llegaste,
volando, a mi ventana,
me estremecí.
Te vi cansada,
llegando de tan lejos
hasta mi lado.
Entre tus alas
traías el mensaje
que yo esperaba.
Eran los besos,
las letras y el poema
de quien amaba.
De esta manera,
por medio de tu vuelo,
nos escribíamos.
Tú eras el ángel,
la brisa que guardaba
nuestras caricias.
Y repartías
los versos y ternuras
en los escritos.
Mas comprendía
tu estado y tu cansancio,
mi mariposa.
Por eso mismo
dejé que descansaras
en la mañana.
Y te contaba
mi amor y sentimientos
para mi amada.
Luego, en la tarde,
te vi surcan el cielo,
con mi secreto.
Y me quedaba
de nuevo en el silencio
y la distancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/09/25
Es bonita esa mariposa confidente, tanto como tú poesía. Bello y bendecido día Rafael.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.