Era una rosa
soñando en la campiña
a pleno sol.
Al fondo el día
sus rayos ofrecía
y despertaba.
Luces y sombras
se unían en silencio
en la mañana.
El libro, abierto,
sus páginas mostraba
al ancho cielo.
Había nubes,
también, que acompañaban
y algo de niebla.
Yo vi tus ojos.
Miraban desde lejos
a ese cuaderno.
Porque ese libro
tenía vida propia
entre sus versos.
Y era la rosa
temblando que ofrecía
un simple beso.
¡Qué maravilla,
vivir en la mañana,
tan dulce sueño!
Rafael Sánchez Ortega ©
24/09/25
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