Hombres de paja,
perfectas marionetas
del egoísmo.
Somos nosotros
igual que espantapájaros
en las campiñas.
Pero no asustan.
Nosotros no asustamos,
somos recuerdos.
¿Recuerdas cuánto
hace que no ves
espantapájaros?
Y es que volvieron
al libro y a la mente
de sus autores.
Eran vivencias,
instantes de la infancia,
con su ternura.
Yo los recuerdo
y surgen en mi pecho
de vez en cuando.
Pero me siento,
cual niño en un desierto
y sin oasis.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/11/25

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