Déjame tu sonrisa
y tus labios de plata,
pues los míos precisan
recibir tus palabras.
Ese tierno mensaje
con caricias veladas,
de tu voz y tus besos
que me llegan al alma.
Déjame que te mire
y te abrace con ganas,
y te digan mis dedos
la pasión que, ellos, guardan.
Dejarán un susurro
en tus ojos y cara,
seguirán por tu pelo
a tu cuello y garganta.
Déjame que te escriba
y tatúe tu espalda,
con los versos de otoño
que surgieron del alba.
Trazarán con la lluvia
unas letras quebradas,
en tu piel tan querida
que yo ansío besarla.
Déjame que te ame
y te siga a distancia,
porque amar, en silencio,
no es delito ni falta.
Viviré de recuerdos
y de sueños de infancia,
recreando momentos
que vivimos sin pausa.
Déjame, vida mía,
ya restaño una lágrima,
de la lluvia que, el cielo,
por mis ojos derrama.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/10/24
Me parece un sentimiento bellísimo y versado de una manera genial. Gracias por compartir. Un abrazo
ResponderEliminar
EliminarGracias Inma.
Abrazo.
Precioso poema, con una intensidad muy romántica.
ResponderEliminarGracias, por compartir tanta belleza letradas. Un besote grande.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Precioso poema, Rafael.
ResponderEliminarDelicado y lleno de sentimientos,
Abrazo.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.
"Ese tierno mensaje
ResponderEliminarcon caricias veladas,
de tu voz y tus besos
que me llegan al alma."
Me ha llegado al alma, precioso, un abrazo desde mi brillo del mar