Al cielo se dirigen
los versos del poeta,
el niño trashumante
de cara muy traviesa.
Al cielo van sus rezos
con súplicas que deja,
al Niño que un buen día
dejó en Belén la estrella.
Entrégame, Dios mío,
el verso del asceta,
aquel que tanto ansía
el hombre por la tierra.
Embriágame en cariño
de anís y dulce néctar,
con paz para los hombres
que luchan y lo intentan.
Al cielo me dirijo
y envío este poema,
pidiendo que me escuches
y veas mi inocencia.
Te quise, desde niño,
y el hombre, de hoy, te espera,
precisa tu mirada,
igual que tus respuestas.
Están en tus palabras,
aquellas que, no lejas,
dejaste en nuestras almas,
igual que en las conciencias.
Perdona el egoísmo,
la envidia y las riquezas,
los hombres, como humanos,
sufrimos estas penas.
Por eso nos dejaste
tu vida como muestra,
sufriendo y entregando
tu muerte en la madera.
Al cielo van mis versos
pidiendo que los leas,
y veas lo que piden
y al fin me des tu fuerza.
Mil gracias, hoy te digo,
por medio de estas letras,
que es todo lo que tengo
y piden que las leas.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/25
Con la devoción versada, llegará al cielo el poema.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Estos versos ya los diviso por el cielo volando como golondrinas.
ResponderEliminarSeguimos leyendo tus letras.
Un abrazo Rafael.
Hermosa oración.
ResponderEliminarAbrazo.
...Y al cielo llegarán los versos del poeta, que al Niño de Belén le suplica y le reza...y pronto le dará toda su fortaleza...Muy bello, amigo poeta.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz mes de marzo.
Cuánta emoción y convicción en tus versos amigo, eso es amor y fe por aquello que siempre vive en nuestro corazón. Hermoso!!! Un abrazo para ti...
ResponderEliminarP A T Y
Una oración de versos de poeta seguramente encantarán a un dios.
ResponderEliminarAbrazos!