Recuerdo el beso,
tan lleno de ternura
de aquella tarde.
Era un verano,
tan típico del norte
y nuestras playas.
Unas gaviotas,,
con pasos indolentes,
nos contemplaban.
Y fueron ellas,
testigos de ese beso
con nuestro amor.
Amor sublime
de eterna primavera
en el verano.
Y en esa escena,
hablamos, sin palabras,
y nos amamos.
Hoy, los recuerdos,
acuden al otoño
que ya termina.
Y es que el invierno
avanza inexorable
y nos atrapa.
Es ley de vida,
así debemos verlo
y sonreír.
Porque el amor
vivido y recordado
sigue latente.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/03/25
Hola Rafael, tus hermosos poemas siempre destellan amor y pasiòn, es lindo recordar los amores que anidaron en cada corazòn. Buen fin de semana, abrazos
ResponderEliminarGracias Merce.
EliminarAbrazo.