Yo apenas soy marino y el aprendiz de hombre,
el niño y el grumete, camino de la mar,
capricho que, divino, surgido de unos labios
buscando por la tierra otros labios que besar.
Y apenas soy marea regando, con las olas,
las costas y los muelles con nubes de cristal,
Y soy la fina estera, colgada, que en los cielos
cubría la escalera con flores de verdad.
Y soy la mariposa con alas de colores
surgiendo de los pechos con aire sin igual.
Yo apenas ya respiro y sigo caminando,
buscando los senderos y no mirando atrás,
las nubes me adelantan, el viento me acaricia,
la brisa me susurra y no preciso más.
Saludo con un gesto al gato que me mira,
al hombre en la ventana y al niño del lugar,
no quiero ser esquivo, ni menos un farsante,
prefiero ser sincero y nunca ser truhán;
por ello me detengo y me sobo la barbilla
evito las palabras vacías y sin sal.
Yo apenas he sentido el beso de unos labios,
la mano en mis mejillas limpiándome la faz,
la bella caracola dejando mil sonidos,
con sueños transparentes llegados de alta mar,
la música sin nombre que dejan las resacas,
las olas caprichosas que vienen con su paz,
el verso inacabado de manos inocentes,
los ojos turbulentos y a punto de llorar,
la tierna melodía sin música y palabras,
que suena y que me invita a dar pasos de vals.
Yo apenas he querido y amado como hoy amo,
a nadie de este mundo, así en la realidad,
los niños solo quieren aquello que les gusta,
la mano que les deja regalos sin pensar,
los hombres, al contrario, sí piensan lo que quieren
y piden, temerosos, el néctar del panal,
los ojos que les miren, los labios vacilantes,
el beso que les haga del sueño eternidad,
y así, sin más pamplinas, los hombres serán libres,
los niños más felices y todos sonreirán.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/07/14
el niño y el grumete, camino de la mar,
capricho que, divino, surgido de unos labios
buscando por la tierra otros labios que besar.
Y apenas soy marea regando, con las olas,
las costas y los muelles con nubes de cristal,
Y soy la fina estera, colgada, que en los cielos
cubría la escalera con flores de verdad.
Y soy la mariposa con alas de colores
surgiendo de los pechos con aire sin igual.
Yo apenas ya respiro y sigo caminando,
buscando los senderos y no mirando atrás,
las nubes me adelantan, el viento me acaricia,
la brisa me susurra y no preciso más.
Saludo con un gesto al gato que me mira,
al hombre en la ventana y al niño del lugar,
no quiero ser esquivo, ni menos un farsante,
prefiero ser sincero y nunca ser truhán;
por ello me detengo y me sobo la barbilla
evito las palabras vacías y sin sal.
Yo apenas he sentido el beso de unos labios,
la mano en mis mejillas limpiándome la faz,
la bella caracola dejando mil sonidos,
con sueños transparentes llegados de alta mar,
la música sin nombre que dejan las resacas,
las olas caprichosas que vienen con su paz,
el verso inacabado de manos inocentes,
los ojos turbulentos y a punto de llorar,
la tierna melodía sin música y palabras,
que suena y que me invita a dar pasos de vals.
Yo apenas he querido y amado como hoy amo,
a nadie de este mundo, así en la realidad,
los niños solo quieren aquello que les gusta,
la mano que les deja regalos sin pensar,
los hombres, al contrario, sí piensan lo que quieren
y piden, temerosos, el néctar del panal,
los ojos que les miren, los labios vacilantes,
el beso que les haga del sueño eternidad,
y así, sin más pamplinas, los hombres serán libres,
los niños más felices y todos sonreirán.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/07/14