Escribo para ti lector ausente,
el mismo que contempla mis latidos,
el dulce corazón que me ha robado
la hermosa sensación de ser un niño.
Y escribo para ti, porque tú eres,
la brisa, la ilusión y hasta el suspiro,
el verso perseguido de antemano
y el pecho en que he encontrado tanto alivio..
Las noches se convierten en mil sueños,
los días en los cantos del los ríos,
las tardes en paseos y remansos
buscando el tibio sol del paraíso.
Encuentro entre tus ojos la ternura,
la gracia tan sutil y hasta el camino
para ir hasta tu lado nuevamente
y luego resbalar al infinito.
Escribo para ti, querida mía,
lectora de mis versos y mis libros,
la misma que me mira con descaro
y apoya su cabeza sin permiso.
Lo haces porque tienes mi palabra,
el beso de mis labios ya curtidos,
la eterna sinfonía de los dioses
que esperan que lleguemos al Olimpo.
Y entonces aparecen las palabras,
los trazos tan extraños y los signos,
aquellos que te dicen que adelante
que busques los cometas con su brillo.
Que sigas con tus pasos esas huellas,
retazos que dejaron los vinilos,
las notas discordantes de la vida
vivida intensamente con delirio.
"...Escribo para ti, querida niña
y sabes que mis versos son un grito,
un canto del amor y la esperanza
al tierno corazón que va conmigo..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/15
el mismo que contempla mis latidos,
el dulce corazón que me ha robado
la hermosa sensación de ser un niño.
Y escribo para ti, porque tú eres,
la brisa, la ilusión y hasta el suspiro,
el verso perseguido de antemano
y el pecho en que he encontrado tanto alivio..
Las noches se convierten en mil sueños,
los días en los cantos del los ríos,
las tardes en paseos y remansos
buscando el tibio sol del paraíso.
Encuentro entre tus ojos la ternura,
la gracia tan sutil y hasta el camino
para ir hasta tu lado nuevamente
y luego resbalar al infinito.
Escribo para ti, querida mía,
lectora de mis versos y mis libros,
la misma que me mira con descaro
y apoya su cabeza sin permiso.
Lo haces porque tienes mi palabra,
el beso de mis labios ya curtidos,
la eterna sinfonía de los dioses
que esperan que lleguemos al Olimpo.
Y entonces aparecen las palabras,
los trazos tan extraños y los signos,
aquellos que te dicen que adelante
que busques los cometas con su brillo.
Que sigas con tus pasos esas huellas,
retazos que dejaron los vinilos,
las notas discordantes de la vida
vivida intensamente con delirio.
"...Escribo para ti, querida niña
y sabes que mis versos son un grito,
un canto del amor y la esperanza
al tierno corazón que va conmigo..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/15