(In memoriam, de Carmen Rodríguez, gran amiga)
Hay momentos en la vida
en que todo te supera
y quisieras estar lejos
sin recuerdos y cadenas.
Pero somos colectivos
con amigos que se entregan
y con otros que estimamos
conviviendo sin reservas.
Y es aquí, donde nos duele,
cuando surgen las ausencias,
y se marchan a ese viaje
sin retorno y sin maleta.
Hay dolor en quien despide
al amigo que se aleja,
con sonrisas y recuerdos
que remueven la cabeza.
Son los gritos contenidos
y es la nada de esta prueba,
con preguntas y con dudas
y el silencio por respuesta.
A este viaje vamos todos,
sin edades y sin prendas,
sin saber el calendario
de ese día con su fecha.
Es injusto lo que pasa,
nos susurra la conciencia,
ya que marchan los mejores
que brillaron por su entrega.
Y es aquí, donde el vacío,
hace estragos en las lenguas,
que vacilan mientras hablan
al compás de las mareas.
Ya se marcha la persona,
tan querida y tan atenta,
que dejó en los corazones
una marca con su huella.
Fueron versos invisibles,
como sangre de un poema
que enlazaron los latidos
con la tinta de sus venas.
Hoy nos dejan de recuerdo
la oración y las leyendas,
de los días compartidos
por montañas y por sendas.
Fueron días muy hermosos
de un pasado que se aleja,
y tú marchas a otros montes
a esperar nuestra presencia.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/01/23