"...A veces el nordeste nos besa y estremece..."
Nordeste de mis mares
y brisa de mi tierra,
venid hasta mi lado
con besos y leyendas.
Yo sé que tus susurros
son sones y cadencias,
de mares presurosos
con olas muy violentas.
Pero hay otros susurros
que llegan y que besan,
al cuerpo le estremecen
y al alma la serenan.
Entonces los nordestes
ya soplan con más fuerza,
sacuden las ventanas
y suenan las vidrieras.
Es cierto que el nordeste
nos besa y parpadea,
nos deja su salitre
de algas y de arenas.
Por eso se estremece
la mano del poeta,
la pluma con los versos
que toma en la ribera.
Nordeste de mis mares,
nordeste de mi aldea,
recuerdos de un pasado
con lindas primaveras.
Recuerdo aquel septiembre
y playa ya desierta,
gaviotas por la orilla
en busca de su presa.
Recuerdo aquellos ojos,
la cara tan de cerca,
dormías a mi lado
un sueño de princesa.
De pronto aquel nordeste
rizó tu cabellera,
tu piel estremecida
tembló como la seda.
Mis versos te abrazaron
con letras y poemas,
y tú los aceptaste
sin prisas ni promesas.
Entonces suspirando
se unieron dos mareas,
la mía enfebrecida,
la tuya muy sedienta.
"...Nordeste de mis mares
y brisa que te alejas,
no corras, ve despacio,
marchamos tras tus huellas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/11
Nordeste de mis mares
y brisa de mi tierra,
venid hasta mi lado
con besos y leyendas.
Yo sé que tus susurros
son sones y cadencias,
de mares presurosos
con olas muy violentas.
Pero hay otros susurros
que llegan y que besan,
al cuerpo le estremecen
y al alma la serenan.
Entonces los nordestes
ya soplan con más fuerza,
sacuden las ventanas
y suenan las vidrieras.
Es cierto que el nordeste
nos besa y parpadea,
nos deja su salitre
de algas y de arenas.
Por eso se estremece
la mano del poeta,
la pluma con los versos
que toma en la ribera.
Nordeste de mis mares,
nordeste de mi aldea,
recuerdos de un pasado
con lindas primaveras.
Recuerdo aquel septiembre
y playa ya desierta,
gaviotas por la orilla
en busca de su presa.
Recuerdo aquellos ojos,
la cara tan de cerca,
dormías a mi lado
un sueño de princesa.
De pronto aquel nordeste
rizó tu cabellera,
tu piel estremecida
tembló como la seda.
Mis versos te abrazaron
con letras y poemas,
y tú los aceptaste
sin prisas ni promesas.
Entonces suspirando
se unieron dos mareas,
la mía enfebrecida,
la tuya muy sedienta.
"...Nordeste de mis mares
y brisa que te alejas,
no corras, ve despacio,
marchamos tras tus huellas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/11