(Poema erótico. No apto para conciencias no preparadas.
El autor...)
Te miro y no me canso de mirarte
a pesar de tu cara de sargento
a pesar de que jures y perjures,
y que digas palabras en silencio.
Te has quedado de pronto muy callada
y te miro y remiro entre mis sueños,
pero tú, tan obtusa y sibarita
acaricias tus ojos tan inquietos.
No sé bien donde tienes la conciencia
aunque puede que cuide de tu aprecio,
y te guarde muy bien en las espaldas
de cariños y abrazos traicioneros.
Pero sigo pendiente de tus labios
y hasta escucho no más tu juramento,
esa dulce palabra tan ansiada
que yo busco y que calmo con un beso.
Un cigarro te espera a la derecha
apagado y pendiente de tus dedos,
mientras tomas en brazo a la conciencia
que te dicta en silencio sus consejos.
Tú murmuras palabras muy confusas
y hasta dices "cojones y los huevos",
un lenguaje muy rancio de tus labios
entre voces, suspiros y pucheros.
Al final me cambiaste los cigarros
por un palo y un dulce caramelo
y me quedo igual que un papamoscas
contemplando ese rostro que yo quiero.
Pero bueno, no hay mal que dure mucho,
y la risa en tus labios yo contemplo,
mientras sigues chupando y rechupando
ese objeto tan dulce del deseo.
Me imagino que esperas otras letras
en que hable de brisas y de vientos,
pero hoy me refugio en la lujuria
de tu cuerpo desnudo que venero.
Y aquí estoy con pasión, emocionado,
contemplando la línea de tus senos,
y tu mano que lenta se acaricia
y que baja hasta el centro de tu fuego.
Un suspiro me llega a la garganta,
es un grito apagado que no siento,
es la lava que llega presurosa
del volcán de mi cuerpo y de mi sexo.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/05/11