Se extrañaron un día las palomas
al volar por la plaza solitaria,
no cruzaban personas las aceras
y vacías estaban las terrazas,
soledad y silencio por las calles
y una bruma de miedo en la garganta
a medida que avanzan los minutos
y se impone la vida de las casas,
porque en ellas estaban los extraños,
tanta gente con miedo en las entrañas
despertando con una pesadilla
que, de pronto, congela las palabras,
son escenas un tanto sorprendentes
de ficción y cinema en una sala
que contemplan ajenos visitantes
sin vivir en directo lo que pasa...
Pero no, las palomas ya lo advierten
al buscar, sin hallar, esas migajas,
que les dejan los niños y mayores
con silencios del cole y de las casas,
y es que el miedo se mete muy adentro
y traspasa balcones y ventanas,
como un hierro candente y muy furioso
que a las almas fustiga con su llama,
y por eso se encierran las personas
ante el miedo y el virus que amenaza,
y también por formar unas barreras
previniendo pandemias y resacas,
es la lucha del hombre contra el virus,
una lucha cruel y despiadada,
va a ser largo el encierro y las palomas
llorarán por las migas que hoy extrañan...
"...Se extrañaron un día las personas
por quedar en sus casas encerradas,
pero pronto, entendieron este encierro,
como un frente y barrera en la batalla..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/03/20