A veces me parece que la vida
es algo que precede al sentimiento,
un cúmulo de instantes solamente
hilados con premura por los sueños.
Eterna sensación la de los niños
que llevan su inocencia con el viento,
la elevan por montañas y colinas
dejando que dormite por el cielo.
Igual que la paciencia del anciano,
que rumia en sus entrañas los recuerdos,
las briznas de una vieja melodía
que busca en el ocaso su crescendo.
Entiendo a la gaviota, que en la tarde,
camina hacia la costa con su vuelo,
y miro a los navíos, en su marcha,
cruzando el horizonte muy ligeros.
A veces me parece que la vida
es algo que se pasa en un momento,
un soplo de la brisa del nordeste
y el roce de los dioses con sus dedos.
Comprendo que los hombres no se paran
ni miran y analizan todo esto,
las prisas se convierten en rutina
igual que los latidos en los ciegos.
Debemos recurrir a los poetas,
aquellos que nos miman con sus versos,
eternos soñadores de una vida
que vibran y que sufren sin saberlo.
Algunos se han quedado en el camino
y en otros su locura es algo eterno,
no pueden con la fuerza de la sangre
que grita por sus venas sin remedio.
"...A veces me parece que la vida
es parte del amor que nos debemos,
un tiempo que se pasa en un suspiro
buscando al corazón que está en silencio..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/04/15
es algo que precede al sentimiento,
un cúmulo de instantes solamente
hilados con premura por los sueños.
Eterna sensación la de los niños
que llevan su inocencia con el viento,
la elevan por montañas y colinas
dejando que dormite por el cielo.
Igual que la paciencia del anciano,
que rumia en sus entrañas los recuerdos,
las briznas de una vieja melodía
que busca en el ocaso su crescendo.
Entiendo a la gaviota, que en la tarde,
camina hacia la costa con su vuelo,
y miro a los navíos, en su marcha,
cruzando el horizonte muy ligeros.
A veces me parece que la vida
es algo que se pasa en un momento,
un soplo de la brisa del nordeste
y el roce de los dioses con sus dedos.
Comprendo que los hombres no se paran
ni miran y analizan todo esto,
las prisas se convierten en rutina
igual que los latidos en los ciegos.
Debemos recurrir a los poetas,
aquellos que nos miman con sus versos,
eternos soñadores de una vida
que vibran y que sufren sin saberlo.
Algunos se han quedado en el camino
y en otros su locura es algo eterno,
no pueden con la fuerza de la sangre
que grita por sus venas sin remedio.
"...A veces me parece que la vida
es parte del amor que nos debemos,
un tiempo que se pasa en un suspiro
buscando al corazón que está en silencio..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/04/15