Ya las sirenas anuncian
la partida del marino
que se va para otros puertos
tripulando su navío.
En el muelle una mocita
le despide con cariño,
con sus ojos soñadores
muy cegados por el brillo.
Porque han sido mil promesas,
mil proyectos sobre un hilo,
tan sutil y tan endeble
que ahora penden del destino.
El marino va silbando,
mira al frente, al infinito,
a la estrella que, en el cielo,
marca el rumbo con sus guiños.
La mocita soñadora
tiene fiebre y hasta frío,
queda sola, en el silencio,
con los sueños compartidos.
En la playa, las resacas
a la arena le dan mimos,
con sus besos y caricias
tan frecuentes y precisos.
A lo lejos va la barca
y en la misma, muy tranquilo,
el marino de la historia
busca mares y el olvido.
Atrás queda una persona,
una más en su destino,
con el alma destrozada
por amar y haber perdido.
Rafael Sánchez Ortega ©
Haus, Schladming
13-09-14
la partida del marino
que se va para otros puertos
tripulando su navío.
En el muelle una mocita
le despide con cariño,
con sus ojos soñadores
muy cegados por el brillo.
Porque han sido mil promesas,
mil proyectos sobre un hilo,
tan sutil y tan endeble
que ahora penden del destino.
El marino va silbando,
mira al frente, al infinito,
a la estrella que, en el cielo,
marca el rumbo con sus guiños.
La mocita soñadora
tiene fiebre y hasta frío,
queda sola, en el silencio,
con los sueños compartidos.
En la playa, las resacas
a la arena le dan mimos,
con sus besos y caricias
tan frecuentes y precisos.
A lo lejos va la barca
y en la misma, muy tranquilo,
el marino de la historia
busca mares y el olvido.
Atrás queda una persona,
una más en su destino,
con el alma destrozada
por amar y haber perdido.
Rafael Sánchez Ortega ©
Haus, Schladming
13-09-14