Amanece despacio en la mañana
y me espera la senda y el camino,
hace fresco y lo noto por mi cuerpo
y también tonifica los sentidos.
No sé bien el destino de mis pasos
y si irán por cañadas ó por ríos,
a pisar otras huellas soñolientas
y praderas cubiertas por espinos.
Pero siento la sangre acelerada
y también en el pecho los latidos,
necesito salir y oxigenarme
y que el alma renueve los suspiros.
Es preciso que avance presuroso
para ver las alondras y los mirlos,
en su canto de eterna primavera
y llevando comidas a sus nidos.
Necesito el saludo de las flores
y ese beso del viento tan amigo,
necesito vivir intensamente
este tiempo de amor junto a los lirios..
Yo no quiero que avancen los relojes
en la marcha febril hacia el destino,
sólo quiero parar este momento
este instante de paz tan infinito.
Pero sé que la vida no se para,
que nacemos pasamos y vivimos,
caminando sin prisa hacia la noche
que recoja los sueños intranquilos.
De momento no importa lo que pase,
sólo sé lo que ahora yo preciso,
lo que pide mi cuerpo y mis entrañas
porque el alma se ahoga en un suspiro.
Y es a ti, viejo bosque con tus cumbres,
el rincón tan dorado del exilio,
donde voy a encontrar a la montaña
y a sentir ese abrazo y ese grito.
Ese abrazo que ofrece tan coqueta
como madre y mujer ante su niño,
y ese beso de amante apasionada
que sus labios ofrecen a los míos.
"...Amanece despacio en la mañana
y ya veo el camino al que sonrío,
hace fresco y no importa, lo soporto,
porque Amor, lo preciso y necesito..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/05/12