Recordaba tu cara
tu mirada y figura,
de otro tiempo lejano
que quedó en la penumbra.
Hoy la niebla se aparta
y te veo segura,
nos decimos dos frases
con palabras confusas.
Hay respeto y silencio
y hasta existen mil dudas,
¿no será que tu imagen
a mi alma confunda?.
Pero no, ¡estoy seguro!,
eres tú aquella musa,
aquel sueño sin nombre
que viví con locura.
Tú venías a veces
con la falda y la blusa,
una cesta de compra
a mirar las facturas.
Te veía tan dulce
con tu voz tan difusa,
sin saber que tu estela
se dormía en las dunas.
Un hechizo sublime
me dejaba la bruma,
un suspiro del aire
y el latir de la luna.
Hoy te he visto de nuevo,
con las canas sin culpa,
una frente serena,
y los ojos que acunan.
Y hasta he dicho aquel nombre,
que escribí con mi pluma,
tantas veces y días,
derramando hermosura.
Pues quedaste muy dentro,
encerrada en la funda,
del poeta que sueña
con mirada difusa.
En mi pecho dormiste,
derramando ternura,
dulce niña del alma,
sin hacerme preguntas.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/10
tu mirada y figura,
de otro tiempo lejano
que quedó en la penumbra.
Hoy la niebla se aparta
y te veo segura,
nos decimos dos frases
con palabras confusas.
Hay respeto y silencio
y hasta existen mil dudas,
¿no será que tu imagen
a mi alma confunda?.
Pero no, ¡estoy seguro!,
eres tú aquella musa,
aquel sueño sin nombre
que viví con locura.
Tú venías a veces
con la falda y la blusa,
una cesta de compra
a mirar las facturas.
Te veía tan dulce
con tu voz tan difusa,
sin saber que tu estela
se dormía en las dunas.
Un hechizo sublime
me dejaba la bruma,
un suspiro del aire
y el latir de la luna.
Hoy te he visto de nuevo,
con las canas sin culpa,
una frente serena,
y los ojos que acunan.
Y hasta he dicho aquel nombre,
que escribí con mi pluma,
tantas veces y días,
derramando hermosura.
Pues quedaste muy dentro,
encerrada en la funda,
del poeta que sueña
con mirada difusa.
En mi pecho dormiste,
derramando ternura,
dulce niña del alma,
sin hacerme preguntas.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/10