(En recuerdo de G.A. Bécquer ya que aunque, físicamente, nunca he visitado Sevilla, sí lo hice a través de sus rimas y leyendas.)
Me detuve en el paseo
para ver las golondrinas,
eran lindas y traviesas
y escribían poesías.
Escribían con sus alas
en el aire, y daban fintas,
y mil guiños imprevistos
que alegraban a la vista.
Era un día de septiembre
y una tarde muy tranquila,
el otoño se acercaba
a traernos la sonrisa.
Esa alfombra esplendorosa,
con sonrisa vespertina
de unos labios temblorosos
del verano que partía.
Y quedaban los recuerdos
con el néctar de la vida,
y la vista renqueante
que los versos perseguían.
Porque ajenas a los hombres,
proseguían con sus rimas,
golondrinas silenciosas
en un parque de Sevilla.
Daban vueltas y mil vueltas
entre versos y caricias,
en recuerdo de un poeta
y en alegre algarabía.
Atrás quedan los balcones,
las terrazas y buhardillas,
los aleros con sus nidos
y las rosa tan cautivas.
Ahora buscan el otoño
con el alba y las ardillas,
los dorados de las tardes
y las noches que alucinan.
Y lo escriben, sin pensarlo,
y le dan los buenos días,
al otoño, en esos versos,
que le ofrecen sin diatriba.
¡Ay otoño que te vienes
y verano que retiras!,
estaciones que se pasan
como un soplo de la brisa.
Yo quisiera tener alas
y volar con mi barquilla
desde el norte hasta ese parque
que se llama Maria Luisa.
"...Para ver a los gorriones,
contemplar las golondrinas,
y aquel sitio, que un poeta,
consagró con poesía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/13
Me detuve en el paseo
para ver las golondrinas,
eran lindas y traviesas
y escribían poesías.
Escribían con sus alas
en el aire, y daban fintas,
y mil guiños imprevistos
que alegraban a la vista.
Era un día de septiembre
y una tarde muy tranquila,
el otoño se acercaba
a traernos la sonrisa.
Esa alfombra esplendorosa,
con sonrisa vespertina
de unos labios temblorosos
del verano que partía.
Y quedaban los recuerdos
con el néctar de la vida,
y la vista renqueante
que los versos perseguían.
Porque ajenas a los hombres,
proseguían con sus rimas,
golondrinas silenciosas
en un parque de Sevilla.
Daban vueltas y mil vueltas
entre versos y caricias,
en recuerdo de un poeta
y en alegre algarabía.
Atrás quedan los balcones,
las terrazas y buhardillas,
los aleros con sus nidos
y las rosa tan cautivas.
Ahora buscan el otoño
con el alba y las ardillas,
los dorados de las tardes
y las noches que alucinan.
Y lo escriben, sin pensarlo,
y le dan los buenos días,
al otoño, en esos versos,
que le ofrecen sin diatriba.
¡Ay otoño que te vienes
y verano que retiras!,
estaciones que se pasan
como un soplo de la brisa.
Yo quisiera tener alas
y volar con mi barquilla
desde el norte hasta ese parque
que se llama Maria Luisa.
"...Para ver a los gorriones,
contemplar las golondrinas,
y aquel sitio, que un poeta,
consagró con poesía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/13