Me levanto y me froto la cara
mientras busco, en el baño, el espejo,
que devuelva mi barba y mi rostro
a este cuerpo cargado de sueños.
¡Cuántas notas nos deja la aurora
en el alma, con letras y versos,
de un poema que ahora amanece
y que llega, despacio, del cielo!
Ya madrugan las grises gaviotas
con su blanco plumaje del cuello,
y se posan buscando comida
en las barcas que están en el puerto.
Amanece en la aldea en que vivo
y la brisa del mar va en aumento,
a medida que llegan las olas
alterando la paz y el silencio.
En la playa dormitan sirenas
que se marchan al mar, muy adentro,
despertando de un sueño profundo,
el que buscan mis ojos inquietos.
¡Qué belleza nos deja este día
con un cuadro de amor en el cielo,
y el reflejo que llega a las almas,
de ese labio que tanto deseo!
Es el labio que tiembla y que busca,
como el mío, también, esos besos,
y el susurro del dulce nordeste
que en su adagio me diga "te quiero"
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/24