Amortaja, sin miedo, la conciencia
y marcha entre la niebla hacia la nada,
quizás te sentirás indiferente
y puede que consigas lo que ansiabas.
Hoy suenan martillazos, no lejanos,
en clavos que desgarran las entrañas,
retumban en la historia y nos avisan
que hay sangre en una entrega renovada.
La vida y el Amor son un misterio,
de aquel que nos la deja en su palabra,
nosotros la escuchamos sin oírla
vagando por jardines escarlatas.
La túnica del sol está vacía,
se rompe, sin cuchillas, su esperanza,
y quedan temblorosas, en el cielo,
millones de estrellitas solitarias.
Avanzan los desiertos y, los sueños,
se quedan en sopores y legañas,
no existen los oasis de palmeras,
tampoco paraísos en las playas.
La vida se construye día a día,
y en ella participa quien trabaja,
aquel que con su esfuerzo y con su entrega
aporta su granito en esta causa.
Entonces, sin saberlo, la conciencia
escucha los martillos que taladran,
los clavos que penetran en las manos
y entienden el mensaje que le manda.
Debemos levantar, de las cenizas,
un mundo que agoniza y se desangra,
busquemos en sus rimas y en sus versos
la tierna melodía que nos falta.
"...Dejemos que el poema de la vida
nos llegue y nos aporte su templanza,
veamos su mensaje, sin reserva,
cambiando por amor, la cruel espada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/16
y marcha entre la niebla hacia la nada,
quizás te sentirás indiferente
y puede que consigas lo que ansiabas.
Hoy suenan martillazos, no lejanos,
en clavos que desgarran las entrañas,
retumban en la historia y nos avisan
que hay sangre en una entrega renovada.
La vida y el Amor son un misterio,
de aquel que nos la deja en su palabra,
nosotros la escuchamos sin oírla
vagando por jardines escarlatas.
La túnica del sol está vacía,
se rompe, sin cuchillas, su esperanza,
y quedan temblorosas, en el cielo,
millones de estrellitas solitarias.
Avanzan los desiertos y, los sueños,
se quedan en sopores y legañas,
no existen los oasis de palmeras,
tampoco paraísos en las playas.
La vida se construye día a día,
y en ella participa quien trabaja,
aquel que con su esfuerzo y con su entrega
aporta su granito en esta causa.
Entonces, sin saberlo, la conciencia
escucha los martillos que taladran,
los clavos que penetran en las manos
y entienden el mensaje que le manda.
Debemos levantar, de las cenizas,
un mundo que agoniza y se desangra,
busquemos en sus rimas y en sus versos
la tierna melodía que nos falta.
"...Dejemos que el poema de la vida
nos llegue y nos aporte su templanza,
veamos su mensaje, sin reserva,
cambiando por amor, la cruel espada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/16