(Inspirado en unas letras de Ginebra Blonde)
Quiero la mirada que tanto precisamos
y "buscamos", muchas veces,
en el sitio y lugar equivocado,
para encontrarla, un día, ante nosotros,
en ese espejo que la vida nos ofrece,
roto y fragmentado por el suelo...
Quiero ese mágico poema de tus ojos
en el que me hablen, "sin palabras",
los latidos de tu pecho
y me cuenten los secretos de tu vida...
Pero quiero, simplemente, el silencio
y el poder estar contigo,
el mirarte, sin prisas, en la tarde,
el placer de velar tu sonrisa mientras duermes,
el tatuar, por tu cuerpo, con mis dedos,
unos versos invisibles
que digan que te quiero
y que alcancen las estrellas...
Quiero que llegue la lluvia
y bese tu cuerpo desnudo, con el mío,
y nos abrace y sacie la sed contenida
de una pasión que nos desborda...
Y quiero volver a nacer,
para conocerte, de nuevo,
para sentir tu mirada y oír tus palabras
y estremecerme como aquel niño, pequeño,
que fue un día hasta tu lado
a escuchar la canción de las sirenas
y al que llenaste, sus oídos,
con los versos de Pessoa
y de Neruda...
A veces, quiero pensar,
que solo necesito tu mirada
y las palabras congeladas de tus labios,
para tenerte aquí, muy cerca,
en mi costado,
y poder ir cosiendo un corazón anciano
y medio roto,
que precisa de remiendos y caricias...
Pero quiero ese espejo en que te miras,
y lo quiero, porque en él, yo también
me he mirado muchas veces,
y buscado, en sus fragmentos,
ese brillo y la frescura que surgía de tu lado
y me hacía enloquecer...
No me importan las esquirlas del espejo,
ni tampoco las heridas y la sangre
que me causen.
¡quiero seguir soñando...!
Rafael Sánchez Ortega ©
21/01/21