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lunes, 27 de diciembre de 2010

CONTÉ HASTA DIEZ...

Conté hasta diez
y el tiempo se detuvo,
una tras otra las horas transcurrieron,
y allí me vi,
sentado en aquel banco de la costa,
con mi bastón,
mirando al horizonte.

La roca firme me hablaba y susurraba,
contaba los secretos guardados
con el tiempo,
las risas de los niños jugando
por el parque,
los besos y caricias robados al ocaso,
la sangre acelerada,
el último suspiro al sol
que se marchaba,
el vuelo por la costa, fugaz,
de la gaviota,
la barca que volvía
del mar verdeazulado,
las mozas en el puerto,
nerviosas y rezando...

...Y yo seguí mirando al horizonte,
a esa conjunción que se escapaba,
a esa sensación de los delirios
que llegaban a la mente.

Y así te vi, de nuevo, como siempre,
con el vestido verde realzando
tu figura,
y tus cabellos blancos tan revueltos
por la brisa del nordeste.

Llegabas con tus labios sonrientes,
traías el salitre por tus poros,
venías de ese mundo misterioso
donde todo se confunde;
tu pecho musitaba una plegaria,
una oración silente y progresiva,
un canto a Dios, al hombre
y a la vida.

Buscabas ese puerto tan ansiado,
la playa y las arenas tan doradas
que tu cuerpo reclamaba.

¡Tenían tanto sueño tus pestañas...!

Más yo seguía ausente, mientras tanto.
Ausente a tu llegada,
buscando entre los pliegues
de ese océano sin nombre a tu figura,
a ese canto de mis sueños,
a esa brisa que me besa en la mañana,
a ese lecho de corales y sirenas
de los cuentos,
con su luz y fantasía.

Seguía allí, mirando el horizonte,
sin darme cuenta
que ya estabas a mi lado,
que dormías en tu lecho dulcemente,
que una música sin nombre
te aneaba entre sus brazos,
entre valses y suspiros
de las olas y resaca.

Conté hasta diez, de pronto, nuevamente.
Bajó el telón dormido de la vida
y comenzó la misma con su ritmo.

La costa embravecida
por el choque de las olas,
los gritos y blasfemias
del marino con su barca,
las riñas de los jóvenes amantes
en el parque,
el paso del mendigo
persiguiendo una limosna,
los ojos de aquel niño
precisando una caricia...

Y allí me vi, viviendo todo aquello,
sintiendo los reproches de la vida;
sintiendo como sienten los poetas,
y haciendo de mis lágrimas
la tinta de la pluma
que lleve hasta el cuaderno todo esto.

"...Conté hata diez y el tiempo se detuvo
en estos versos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
27/12/10

sábado, 25 de diciembre de 2010

HAGO ARQUEO

Hago arqueo del pasado en esta noche,
y me pregunto por la vida y mis proyectos,
por aquellos manantiales
de ilusión en el futuro
que anegaron mis sentidos,
por la imagen y la forma
que mis sueños modelaron desde niño,
por aquella catarata, desbordada,
de pasión y de lirismo
que escapaba de mi alma.

¿Dónde ha ido todo aquello?,
¿dónde está la fantasía que me falta?

...Ahora es tarde y hago arqueo.
Voy contando los minutos transcurridos,
los segundos de esa espera interminable,
los instantes, sin medida, sin espacio,
en que fui tras tu figura,
persiguiendo una sombra deslizante
sobre el suelo de las calles.

Y te veo, como entonces,
con tu cara tan bonita,
la mirada distraída y buscando
el horizonte,
con el bolso entre las manos,
con los labios esperando
ese beso que no llega,
con el nombre y el suspiro
que se escapa de tu pecho.

Hago arqueo de ese tiempo que se escapa,
que se marcha de mi lado en el otoño,
que se queda para siempre,
archivado y controlado con un lazo
en el pasado.

Si yo fuera como antaño
miraría sin dudar hacia adelante,
buscaría el horizonte con las velas,
de las naves y marinos
que se enfrentan a las olas,
buscaría entre los mares
el reflejo tan sublime de la luna
y ese baile de sus aguas
despidiendo mil destellos,
buscaría a las sirenas, que no existen,
para oír su melodía,
los susurros misteriosos
de las olas y las algas,
buscaría a la gaviota,
que se mece con el viento,
más abajo de las nubes,
por el aire, en el silencio.

Hago arqueo, que no acaba,
del pasado de mi vida,
de los besos que me han dado,
de los otros que he robado,
de los cientos de sonrisas recibidas,
de las otras que salieron de mis labios,
de las lágrimas traidoras que manaron de mis ojos
y que fueron restañadas,
de esas otras que yo he visto
y he secado con premura,
de las manos que a mi mano
se prendieron y las dieron el calor
y la templanza,
de las mías en las otras que enjugaron
su tristeza, animando y dando vida.

...Hago arqueo a las respuestas
y me digo que aquí está,
en este saldo,
todo aquello tan querido del pasado
y que vive en el presente,
que la dulce fantasía está latente,
como un eco, en cada letra,
en los versos y poemas de la vida
y de mi vida,
en los sueños y quimeras del presente,
en la oscura letanía del futuro que se acerca,
con las brumas y las nieblas,
con las luces y las sombras,
con mi vida del presente y el futuro,
...¡con mis sueños!.

Rafael Sánchez Ortega ©
25/12/10

sábado, 11 de diciembre de 2010

EL HÉROE DE PAPEL

Era un héroe de papel, una pirueta,
un dechado de nulas perfecciones,
era el loco más loco de la tierra,
que buscaba sus sueños en los libros.

Más los libros no saben de batallas,
detallan pormenores de la vida,
relatan los sucesos que los hombres
trazaron por los siglos y la historia.

Sin embargo los libros contienen una esencia,
un perfume sutil, una fragancia,
es el canto perenne de los hombres,
es el grito que sacan de sus almas.

Y entre ellas se encuentran muchos versos,
esas hebras que nacen letra a letra,
esos gritos quizás desesperados
y los sueños ansiados y queridos.

Porque el sueño es la base del poema,
cada hombre lo lleva en sus entrañas,
es la base y la esencia de su vida,
es la antorcha que marca su destino.

Porque el hombre camina sin descanso
a pesar del trabajo y las batallas,
y camina tras sueños y promesas
intentando encontrar una sonrisa.

Muchas veces la lleva en su vestido,
en su cuerpo robusto y en su alma,
la sonrisa y la rosa de la vida
como flor de unos labios agrietados.

Y aquel héroe salido de una mente,
el creado una noche del verano,
se convierte en un hombre con el tiempo
para ir a la noche de las sombras.

Todo hombre rebusca en las cloacas
las esencias más puras de la vida,
y allí encuentra las piezas más diversas,
pero no la preciada y añorada.

Hay que ir más allá, ¡mucho más lejos!,
traspasar las barreras y las puertas,
conseguir las respuestas de la nada
y acabar recogiendo los cristales.

El espejo que ha roto la tormenta,
ahora es el reflejo de la vida,
ya no es una la imagen, pues son varias,
y reflejan su estampa simplemente.

Una imagen de risas y promesas
en el sueño tan dulce de los ángeles,
y también con los surcos de la cara
por el llanto nacido en la mirada.

Hay vacío en el héroe rebelde,
él no quiere salir de su letargo,
ni volver de los sueños a la vida,
ni saber de la luna y las estrellas.

Es posible que el verbo de sus versos,
la matriz y la musa de sus males,
sea sólo la dulce poesía,
esos versos llegados a su frente.

El poeta es aquel que nunca escribe,
el que siente la vida en cada día,
el que busca el latido de la tierra,
el que espera el susurro de los mares.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/12/10

viernes, 20 de agosto de 2010

ES LA LÍNEA DIFUSA DEL PRESENTE

Es la línea difusa del presente
quien separa el pasado del futuro
es la marca invisible del momento
del instante que corre y que vivimos.

Porque amar y entender todas las cosas,
percibir y captar las sensaciones,
es igual a vivir el día a día,
y sentir la alegría de las almas.

El espacio y el tiempo no se pesan
ni se cuentan las olas de los mares,
no se rompen tampoco los encantos
ni se pierde el milagro de los dioses.

Ha llegado la hora del lamento
y te avisa paciente la campana,
es el día de ir hacia ese viaje,
desprovisto de ropa y de maleta.

Una raya separa los destinos,
y también a los seres y las almas,
pues las aves se quedan en el mundo
y los hombres al lado de los dioses.

Sentirán esa lacra del destierro,
esa cárcel sin puertas ni grilletes,
esa hoguera de fuego caldeado
donde cambien pecados por ceniza.

Y su frente por fín, será tatuada,
con la cruz del destino en la cuaresma,
una marca dejada por el polvo
que unos dedos dejaron muy deprisa.

Al final el presente es ya pasado,
y la línea difusa se evapora,
no se sabe muy bien cuando es de día
y si el faro y las sombras estan cerca.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/10

lunes, 16 de agosto de 2010

VOLVÍ LA VISTA ATRÁS...


Volví la vista atrás, hacia el camino,
al polvoriento surco dejado a mis espaldas.
Allí quedaban todos los recuerdos,
los días, los segundos, la esperanza...

Pero miré de nuevo al frente,
al horizonte agreste que me aguarda,
a los caminos fríos y empinados,
a los pasos tan duros y montañas.
Allí tenía ahora mi destino,
allí la luz, quizás, y el sueño aguardan,
allí es posible que las flores crezcan
y quizás mis manos construirán su casa.

Vine sin rumbo y norte,
sin brújula alguna que guiara,
vine hacia ti tierra de sueños,
quizás llegué en tiempo de bonanza.
Pero llegué con fé en este destino,
tratando de olvidar cosas pasadas,
tratando de sentir brotar la vida,
y ver alzarse al trigo en lontananza.

Quizás rompí atrás mi vida,
quizás dejé allí mis lágrimas,
quizás en la empinada cuesta,
quedó mi alma destrozada.
Pero aquí estoy de nuevo con mis sueños,
en la última recta de su etapa,
en ese largo tan cruel y duro
para intentar mirar el alba.
Para llegar al fin hasta la aurora
y rezar la oración de la mañana,
para mirar al sol que se despierta
y contemplar su luz con mi mirada.

Pero los sueños son ese conjunto,
ese volcán ardiente con su lava,
esa explosión de júbilo sin nombre,
que llega, que nos besa y nos abraza.
Porque soñar, soñar, ¡todos soñamos!,
el hombre sueña y a la vez descansa,
el niño sueña mientras juega,
se pierde en castillos y batallas,
se marcha buscando a las estrellas
y sueña con la luna blanca.

La joven sueña pensando en el amante,
en aquel beso que paciente aguarda,
en ese pecho tan viril y fuerte,
y en esa mano que llegue hasta su cara.

Sequé el sudor y lancé un suspiro,
me dije que la vida continuaba,
que no valía detenerse tanto
y que había que reanudar la marcha.
¡Marchar, marchar, siempre adelante!,
marchar hacia el futuro y a la nada,
marchar a las rompientes de la costa,
para encontrar el lecho con las algas.

El lecho con espinos y corales,
el lecho con la túnica rosada,
el lecho de las sombras y el descanso,
allí donde los cuervos hacen guardia.

Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/10

jueves, 6 de mayo de 2010

PENSABA...

Pensaba que es tiempo de salir
hacia la nada,
de recoger deprisa el equipaje,
para partir al mundo
y al destino,
para afrontar los días y las horas,
y caminar sin rumbo
en la distancia.

Quizás me equivocaba,
en ese instante,
quizás todo era fruto
de los nervios,
quizás eran las sombras
que llegaban y cubrían,
con ese manto negro
de la noche
el campo, los paseos
y mi casa.

Pero creí, sin más,
que era el momento,
era el instanto justo
de la huída,
de trasladar mi vida
y sentimientos
hacia el jardín azul, oculto,
que soñara.

Por eso vine aquí,
hasta tu lado,
por eso yo me vi
en tu mirada,
por eso pronuncié
pronto tu nombre,
por eso, sin dudar,
te dije al fin,
cuánto te amaba.

Pero pensar, pensar,
es más que un sueño,
es recordar pasados sin nostalgia,
es apagar la sed en esa copa
con el licor, tan fresco,
que te aguarda.

Es afrontar la vida en el presente,
a pesar de sufrir en la batalla,
es soportar el viento huracanado
que rompe los mástiles con saña,
es doblegar también los sentimientos
sintiendo tras el eco la campana,
que vuelve hasta tu lado nuevamente
recordando en tu oído sus palabras.

...Era una noche fría y silenciosa,
y estaba allí, sabiendo que te amaba,
y abandoné de pronto el pensamiento
para leer el fondo de tu alma.

Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/10