Recuerdo aquella foto en la mesita,
la flor, entre tus dedos, delicada,
dos pétalos pendiente de fortuna
y al fondo tu figura tan cercana.
Recuerdo que he pensado, muchas veces,
el fondo sugerente de esa estampa,
volviendo los temblores a mi cuerpo
igual que los sudores a mi espalda.
El pelo te bajaba a la cintura,
tus ojos, tan divinos, me ocultabas,
los labios soñadores y pintados
dejaban en silencio mil palabras.
El cuello de la prenda, intransigente,
rozaba tus pezones, cual cascada,
tratando que tus manos tan bonitas
la flor, de la fortuna, me mostraran.
No sé quien fue el artista, ni el momento,
ni cuando se logró inmortalizarla;
la foto me siguió por muchos años
guardando la mesita de mi cama.
El tiempo transcurrió, sin darme cuenta,
y un día desperté y ya no estaba,
la imagen con la flor y tu figura,
volaron, sin saber, hacia la nada.
Tampoco averigüé, quién fue el causante,
quedando en mi retina tanta magia,
los dedos tan perfectos de tu mano,
la flor, bajo tus labios, despeinada.
Me viene a la memoria el blanco y negro,
la imagen de aquel cuello que mostrabas,
el beso retenido entre tus labios,
las uñas de unos dedos repintadas...
"...Recuerdo aquella foto en la mesita
y pienso si existió la flor preclara,
tal vez con los delirios y los sueños
fue el fruto de la fiebre y de mi infancia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/16