Me llamó la luna
para estar conmigo,
y nos fuimos lejos
a buscar un sitio,
un lugar precioso
donde brilla el trigo
en el campo inmenso
donde canta el grillo,
y allí descansamos,
recobramos bríos
y también sonrisas
del invierno fijo
porque el sol calmaba
al hambriento frío
y ofrecía besos
y hasta algún suspiro...
Y se fue la tarde
y la noche vino,
nos quedamos solos
en el campo amigo,
recordamos días
y otros ratos idos,
con las nanas tiernas
de dormir los chicos,
y la vi en el cielo
con su blanco armiño
la carita blanca
y su rostro fino,
y me vio tumbado,
y quizás dormido,
en la dulce cuna
que acogió aquel niño...
"...Nos quedamos solos
como dos pardillos,
una luna blanca
y un hombre dormido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/01/19
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