He mirado a la luna
y gritado tu nombre,
y la luna de plata
saludó desde el porche,
era un cuarto creciente,
ya asomaba la noche
y las nubes oscuras
galopaban sin orden,
regresaba la niebla,
como mano de un pobre
extendiéndose firme
y con pasos muy torpes,
los senderos guardaban
mil secretos de bronce
en sus piedras longevas
de otros pasos muy torpes...
Se encontraba cansado
el apuesto Quijote
en la oscura campiña
donde nacen las voces,
esos gritos velados
y los versos del joven,
con suspiros profundos
de jardines y flores,
unos versos perdidos
en el pecho del noble,
animaron sus labios
y sus dedos, veloces,
y escribió como nunca,
para ti, junto al roble,
con la luna de plata
contemplando su goce...
"...He mirado a la luna
y aceptado ese postre,
de bailar a su lado
sin mirar los relojes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/19
Hermoso baile tus versos en complicidad con la luna y sus secretos…
ResponderEliminarUn placer, querido amigo. Bello y melodioso.
Abrazo enorme.
Gracias por tus palabras Ginebra.
EliminarUn abrazo.
Esos versos de un Quijote, que, entre las ramas, nos llegan bajo la luna de abril
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
La luna siempre recoge miradas y deseos... a veces, hasta concede bailes. Maravilloso tu poema, amigo Rafael.
ResponderEliminarMil besitos en la noche.
La Luna en todo lo que Importa.
ResponderEliminarSaludos.
Cierto, Mavi.
EliminarSaludos.
La luna y la campiña te han inspirado bien, Rafael.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias Verónica.
EliminarUn abrazo y feliz domingo.