El río se despierta
y canta en la mañana,
dejando en sus canciones
el timbre de las aguas.
Algunos remolinos
destilan esperanza,
rumores sinuosos
cargados de palabras.
Y entonces se revuelven
pasiones en las almas,
hogueras que dormían
ajenas a las llamas.
Y empieza la tormenta,
la vida se desata,
y cobran movimiento
las gentes y las plazas.
Despiertan las palomas,
los niños se levantan,
y van a los colegios
dejando atrás sus casas.
Un día, como tantos,
alegra la jornada,
las risas que florecen
en labios y en las caras.
Y el río continúa
cantando su tonada,
meandros y corrientes
prosiguen con su aria.
Un dulce escalofrío
te llega a la garganta,
amando lo que tienes
tan cerca y das las gracias.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/10/24
Feliz jueves y que el río de la vida siga su curso y nunca se detenga. Un besote.
ResponderEliminarGracias Campirela, pienso igual.
EliminarUn abrazo.
Que belleza! Yo vivo frente al Bow River aqui en Calgary, Canada y es un regalo maravilloso cada dia.
ResponderEliminarAbrazos
Seguro que es precioso, Natalia.
EliminarAbrazos.
El río de la vida dándonos ejemplo de ritmo, alegría y constancia, Rafael...Hay que seguir adelante como ese río, que no se cansa de su canto, de su huella y de su autenticidad...
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz fin de semana, amigo poeta.
El río no se detiene. Hay algo hipnótico en verlo fluir con sus remolinos.
ResponderEliminarQué importante es saber agradecer lo que se tiene.
Abrazo, Rafael.
La vida sigue su curso y nosotros con ella. Sí, demos las gracias.
ResponderEliminarPrecioso ❤