Te fuiste un día
que el sol se retiraba
en la jornada.
Fuiste con él
en vuelo singular
y tras su estela.
Cruzaste el mar,
sin velas ni timón
ni barca alguna.
Solo tus alas
llevaban a tu cuerpo
hacia otra costa.
Y la encontraste,
decían, hoy tus versos,
que he vuelto a ver.
Costa de paz,
de amor y de silencios,
dicen tus letras.
Respiras yodo,
salitre de las algas
que deja el mar.
Un mar distinto,
ajeno y renovado,
al que tuviste.
Sentí tu marcha,
confieso, y no lo niego,
porque te amaba.
Fuiste la luz,
el sueño y la utopía
de mis poemas.
Y aquí me quedo,
soñando en un delirio,
"mi mariposa".
Rafael Sánchez Ortega ©
08/05/25
Que esas mariposas siempre lleguen y se posen, aunque sea un segundo en esa mente donde los poemas navegan rumbos hacia la fantasía. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
La vida nos compensa siempre, es cuestión de abrir la mente y agradecer todo lo que tenemos, amigo poeta...Tus versos son compañía, ayuda, sentimiento y creatividad, que te envía el cielo...Y las mariposas siguen revoloteando a tu alrededor.
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