No quiero recordar tiempos pasados
ni volver a sentir aquella espina,
que forzó, con su punta, que mi sangre,
galopara en la vena malherida.
Yo prefiero la brisa y el salitre,
humedales del norte de castilla,
los desiertos sin nombre de la estepa
y aquel beso que dejan las marismas.
Porque el tiempo pasado, está pasado,
y no vale tomar esas reliquias,
como llama que avive los recuerdos
y a las almas las cubra de ceniza.
Yo prefiero que siga en su letargo,
el actor y el lector de cada día,
el sujeto que empieza las mañanas,
y comienza una página en su vida.
Porque todos tenemos un pasado,
un rincón sacrosanto de vigilia,
un pedazo de tierra calcinada
entre medio del lodo y de la arcilla.
Yo prefiero que nadie me despierte
el pasado con tanta margarita,
y que deje los sueños en el bosque
junto al haya, el roble y las encinas.
...Pero puede que nada lo detenga
y el pasado se vuelva fantasía,
y revuelva desvanes y baúles
produciendo que sangren las heridas.
Yo quisiera pararlo con mi espada,
hacer frente a su carga tan maligna,
sonreír, a pesar de la derrota,
y avanzar nuevamente por la vida.
Es posible que el tiempo y los recuerdos
se apoderen del alma y sus aristas,
y la lleven, tal vez, a los infiernos,
a la danza macabra en que palpitan.
Pero quiero creer, que en tu regazo,
me darás ese beso que precisa,
este alma, que pide, que el presente,
amortice un pasado que agoniza.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/05/13
ni volver a sentir aquella espina,
que forzó, con su punta, que mi sangre,
galopara en la vena malherida.
Yo prefiero la brisa y el salitre,
humedales del norte de castilla,
los desiertos sin nombre de la estepa
y aquel beso que dejan las marismas.
Porque el tiempo pasado, está pasado,
y no vale tomar esas reliquias,
como llama que avive los recuerdos
y a las almas las cubra de ceniza.
Yo prefiero que siga en su letargo,
el actor y el lector de cada día,
el sujeto que empieza las mañanas,
y comienza una página en su vida.
Porque todos tenemos un pasado,
un rincón sacrosanto de vigilia,
un pedazo de tierra calcinada
entre medio del lodo y de la arcilla.
Yo prefiero que nadie me despierte
el pasado con tanta margarita,
y que deje los sueños en el bosque
junto al haya, el roble y las encinas.
...Pero puede que nada lo detenga
y el pasado se vuelva fantasía,
y revuelva desvanes y baúles
produciendo que sangren las heridas.
Yo quisiera pararlo con mi espada,
hacer frente a su carga tan maligna,
sonreír, a pesar de la derrota,
y avanzar nuevamente por la vida.
Es posible que el tiempo y los recuerdos
se apoderen del alma y sus aristas,
y la lleven, tal vez, a los infiernos,
a la danza macabra en que palpitan.
Pero quiero creer, que en tu regazo,
me darás ese beso que precisa,
este alma, que pide, que el presente,
amortice un pasado que agoniza.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/05/13