Busco las huellas
que dejan los flamencos
en el otoño.
Pero es invierno.
El lago está en silencio.
Nada se escucha.
Aquel remanso,
de paz y de alegría,
hoy es recuerdo.
Sigo adelante,
buscando las garcetas
en la campiña.
Hay campos yermos,
están abandonados,
con matorrales.
¿Dónde quedaron,
la gracia y la hermosura,
que tanto añoro?
Quiero encontrar
la magia de los bosques
que tanto amé.
Pero el invierno
me dice que no busque
que es imposible.
Entonces lloro,
con lágrimas del niño
que hoy no lo es.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/20
Buscando la gracia y la hermosura ando yo también.
ResponderEliminarUn abrzo.
Somos muchos, Laura, no lo dudes.
EliminarUn abrazo.
Todo se encuentra en el mismo lugar... solo cambió la mirada, amigo Rafael.
ResponderEliminarMil besitos en la tarde.
Es posible que tengas razón, Auroratris.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Llorar es bueno, no dejes de hacerlohacerlo cuando así lo sientas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, María, eso hago, aunque trato de disimularlo.
EliminarUn abrazo.
Cuando recordamos el pasado siempre nos ponemos melancólicos y ello nos llevan tal vez a esas lágrimas que sin querer se nos saltan de vez en cuando ...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana.
Gracias por tus pàlabras Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Nuestro niño/a siempre llora cuando busca y no encuentra.
ResponderEliminarBellos versos.
Feliz semana Rafael.
Es como un "niño pequeño", Carmen...
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Late la primavera bajo el frío del invierno, renacerán las flores, y las pasiones..., y los recuerdos
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tus palabras, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.