Aquellos días
preciosos, del pasado,
hoy son recuerdos.
Desde la niebla
del tiempo y la distancia,
siento su brisa.
Es la caricia
que llena mis sentidos
y me estremece.
Vuelven del cielo
los llantos y sonrisas
de juventud.
Porque la vida
gozaba de un encanto
del que hoy carezco.
Tiempo de esfuerzos,
estudios y trabajos,
con muchos sueños.
Pero, en el fondo,
la risa y la inocencia
eran sinceras.
Vibraba el alma,
salían los suspiros,
latía el pecho.
Y es que el amor
nacía y te embriagaba
día tras día.
Era la vida,
la voz que te acunaba,
sin darte cuenta.
Y fuiste un verso,
forjado con tus sueños
y sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/25
Me ha encantado tu bonito poema Rafael.
ResponderEliminarSaluditos.
Gracias Conchi.
EliminarSaludos.
Queda lo vivido, Rafael, quedan los recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto Rafael.
EliminarUn abrazo.
Todo vuelve y se hace presente, amigo...Bendita vida y bendita memoria que nos trae los recuerdos para sentirlos de nuevo...Una preciosidad, amigo poeta.
ResponderEliminarMi abrazo siempre, poeta.
Hermoso ❤👏
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