Ya cubren los cristales
imperceptibles gotas,
son lágrimas del cielo,
regalos como rosas.
Las mira el peregrino,
sus dedos ya las tocan,
y luego, entre sus sueños,
las lleva hasta su boca.
Son simples pergaminos,
arpegios de ala rota,
suspiros de los dioses
que duermen a deshora.
Por eso los cristales
se cubren y rebosan
y mandan a los suelos
las lágrimas traidoras.
Un hombre sorprendido
sopesa bien su ropa
y observa que la lluvia
también le cala y moja.
Entonces se descubre
dejando atrás su boina,
también los calcetines
que quedan con su sombra.
Un perro que le sigue
menea fiel su cola,
no importa que la lluvia
le moje la cogorza.
Así lloran los cielos
quizás con risa loca,
nosotros, los mortales,
sentimos su derrota.
"...Ya cubren los cristales
el vals de las palomas
y así nacen los versos
que cobran nueva forma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/09/16
Me gustaría bailar contigo ese vals de las palomas que pretende cambiar el el sentido de tus versos, Rafael.
ResponderEliminarUn poema muy bonito.
Entonces cerraremos los ojos y soñaremos con ese baile, Tecla.
EliminarUn abrazoy gracias por tus palabras.
Que bella forma de hablar de la lluvia. Es todo poesía, el momento, la situación y el otoño Español.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Lágrimas del cielo que son un regalo de Dios para nosotros los mortales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sinn duda que sí, Rafael.
EliminarUn abrazo.
Los versos que engendrarón tu corazón y razón se empaparon de lluvia y de arte...
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Impersonem.
EliminarAbrazo.
La lluvia es una bendición aunque a veces no sea bien recibida. Tu poema siempre bienvenido. Besos amigo.
ResponderEliminarGracias Paty.
EliminarUn abrazo.