Llora la barca
que espera en la escollera
volver a flote.
Ella, sin agua,
dormita entre sollozos
y tiene sed.
Sed de los mares,
de las algas, salitres,
y del nordeste.
Ríen las olas,
que llegan a las playas
con las resacas.
Bailan y ríen,
en danzas caprichosas
y sin parar.
Luego se duermen,
se estiran en la arena,
volviendo al mar.
Una gaviota
pasea, indiferente
junto a la orilla.
Con una pala
un niño cava un pozo
para el castillo.
Detrás, un hombre,
recoge los recuerdos
con un suspiro.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/19
Si esa barca hablara nos contaría muchas cosas, me produce tristeza mirarla.
ResponderEliminarFeliz día Rafael.
Un abrazo
Seguro que nos contaría muchas cosas Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz día también para ti.
Qué bonito...
ResponderEliminarGracias Ángels.
EliminarUn abrazo.
Ese hombre que recoge los recuerdos con un suspiro, es quien mira las barcas varadas. Seguramente.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Hoy esa barca está llena de recuerdos y seguro que aún estando amarrada tiene tanto que contar ..muy bonito el poema ..
ResponderEliminarFeliz velada .
Gracias por tus palabras Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Igual es su dueño -el de los recuerdos- que ya no quiere más adentrarse al mar y por eso ella llora desconsolada. Muy bonito el poema Rafael. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Juan.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Un paseo, versado.
ResponderEliminarYo, detrás de ese hombre que recoge recuerdos, asistiendo a cada estrofa.
Abrazo, Rafael.
Me alegro entonces Verónica.
EliminarAbrazo.
Entre haikus tu barca se delata , un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo.