Te vi llorar,
tras la lápida fría,
estabas sola.
Y te miré,
durante mucho tiempo
sin inmutarte.
Quise sentarme,
mirar como te erguías
buscando el cielo.
Luego pensé
en contarte mil cosas,
pero no pude.
Quedé en silencio.
Miré a la lejanía
y allí te vi.
Volabas sola.
Lo hacías por la ría
hacia la playa.
Atrás dejaste
la lápida incompleta
sin nadie al lado.
Quedó el silencio,
la fiebre de tus manos
y algún suspiro.
Y yo quedé.
envuelto en el rocío
de los recuerdos.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/10/19
Muy triste poema, Gracias por compartir.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tu comentario Amparo.
EliminarSaludos.
Llorar en soledad, el recogimiento es importante en según qué casos, qué bonito lo cuentas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tus palabras Yashira.
EliminarUn abrazo.
Cuando el ser amado se nos va, las lápidas frías dejan a las lágrimas huérfanas de pañuelo que sirva.
ResponderEliminarPreciosos versos. Un abrazo
Cierto, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Evocador Poema que nos invita al camino del ayer.
ResponderEliminarMuy bello, amigo Rafael.
Mil besitos en la tarde.
Gracias por tus palabras, Auroratris.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Muy bonito en su tristeza, gracias.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarUn abrazo.
Poema donde la tristeza del lugar lo embellece la huida hacía el mar ..
ResponderEliminarAbrazos !!
Gracias por tus palabras, Campirela.
EliminarAbrazos.
De lo triste que es suena bello!!
ResponderEliminarBesucos
Gó
Gracias Gó.
EliminarUn abrazo y "besucos"
Me acabo de unir como seguidora, me gustan tus mensajes y su mensaje
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario Unknown.
EliminarUn saludo.
Solo queda el abrazo asįmismo y el lamento agònico de su recuerdo
ResponderEliminarBello y triste
Gracias por verlo así, Adel.
EliminarUn saludo.