Ya se marchan las nubes
con el viento y el frío,
y se van muy despacio
por el cielo infinito,
allá van mis canciones
y susurros de niño,
y también muchos sueños
y hasta algunos suspiros
pero queda el silencio
y el murmullo del río,
y también las guirnaldas
con su faro encendido,
corazones de piedra,
pedernales sin brío,
y la sangre buscando
aquel labio perdido...
Se quedaron temblando
los remansos y lirios,
soportando la brisa
y los años vencidos,
y quedaron plagados
de recuerdos sencillos,
con abrazos y besos
de los cuerpos queridos,
y pasaron los años
y medraron los tilos
aguantando galernas
que doblaban los pinos,
pero el tronco del roble
era fuerte y bravío,
como el hombre del pueblo
que se enfrenta al destino...
"...Y al final, es la vida,
se responde a sí mismo,
todo aquello que pasa
y que siente consigo..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/10/19
Que cadencia más bella lleva este poema.
ResponderEliminarSusurros de niño perdidos por el paso del tiempo.
Feliz día Rafael.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario Carmen.
EliminarUn abrazo.
Un romance muy romántico de Otoño, lleno de recuerdos, ausencias y añoranzas. La fotografía lo acompaña.
ResponderEliminarUn abrazo poeta.
Gracias sinceras Juan.
EliminarUn abrazo.
Ay el otoño y las nostalgias de unos ayeres...
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
y que siento consigo.
ResponderEliminarYo siento contigo al leerte.
Besos.
Me alegro que sea como dices, Laura.
EliminarBesos.
Un romance precioso y nostálgico.
ResponderEliminarBesicos.
Gracias Galilea.
EliminarBesos.
Son tan claras aquellas horas pasadas y llenas de vida, precioso amigo.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarAbrazo.