Hay gran silencio
y quietud en la noche.
La luna duerme.
Duerme y sonríe
con cara caprichosa
de ángel guardián.
Y su sonrisa
es algo contagiosa
para tus labios.
Así la ves
y sueñas que te abraza
en su regazo.
Sueños de niños,
de hombres y poetas
en su niñez.
Edad dorada
con miles de utopías
y de inocencias.
Atrás quedó
la dulce primavera
con su ternura.
Ahora, el otoño,
preludio de un inverno,
se nos acerca.
Y lo aceptamos,
por mucho que nos cueste,
¡no queda otra!
Y es que el silencio
del alma que suspira
llega a la luna.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/25
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