Me he mirado la cara al espejo
y ahí he visto los años que pasan,
las arrugas grabadas y surcos,
por un tiempo que llega y se marcha.
He sentido el rubor de los niños
al notar que mi mano temblaba,
pues los dedos tan firmes de antaño
ahora son cenicientas gastadas.
Mas he visto la luz en el fondo,
la que llevan los hombres que aman,
los que viven quizás día a día,
sin temer los reveses del alma.
Porque somos cautivos del tiempo
y venimos y vamos al alba,
a ese tiempo que nunca termina,
donde corre la vida sin pausa.
Y seremos, tal vez, inmortales
en un mundo de eterna esperanza,
donde solo se quedan los sueños
prisioneros sin voz y sin barca.
Es la vida sencilla que llega,
es la hora que marca la aldaba,
la llamada perpetua del hombre
a una muerte, quizás, anunciada.
Y se quedan los árboles mudos,
y se agotan también las palabras,
porque viene la sombra siniestra
que nos lleva con prisa a la nada.
Más no quiero partir de este mundo
renunciando a sutiles fragancias,
ni al olor de ese cuerpo tan lindo,
ni al sabor de tu fresa preciada.
Quiero amar, una vez, todavía,
quiero ser ese niño sin causa,
quiero oír el latir de tu pecho
al besar unos labios de plata.
Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13
y ahí he visto los años que pasan,
las arrugas grabadas y surcos,
por un tiempo que llega y se marcha.
He sentido el rubor de los niños
al notar que mi mano temblaba,
pues los dedos tan firmes de antaño
ahora son cenicientas gastadas.
Mas he visto la luz en el fondo,
la que llevan los hombres que aman,
los que viven quizás día a día,
sin temer los reveses del alma.
Porque somos cautivos del tiempo
y venimos y vamos al alba,
a ese tiempo que nunca termina,
donde corre la vida sin pausa.
Y seremos, tal vez, inmortales
en un mundo de eterna esperanza,
donde solo se quedan los sueños
prisioneros sin voz y sin barca.
Es la vida sencilla que llega,
es la hora que marca la aldaba,
la llamada perpetua del hombre
a una muerte, quizás, anunciada.
Y se quedan los árboles mudos,
y se agotan también las palabras,
porque viene la sombra siniestra
que nos lleva con prisa a la nada.
Más no quiero partir de este mundo
renunciando a sutiles fragancias,
ni al olor de ese cuerpo tan lindo,
ni al sabor de tu fresa preciada.
Quiero amar, una vez, todavía,
quiero ser ese niño sin causa,
quiero oír el latir de tu pecho
al besar unos labios de plata.
Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13
En algún momento de la vida, nos miramos en el espejo y vemos ese paso del tiempo.
ResponderEliminarPero dicen que las arrugas son la sabiduría de la vida ¿verdad?
Un beso amigo
Seguro que a todos nos pasa Anna. Y en cuanto a lo de las arrugas tienes razón.
EliminarUn beso en la noche.
Nos dejas un diálogo profundo y sincero con el hombre que has visto en el espejo...Y entre tus letras hemos visto tu alma,Rafael...Soñadora, generosa y eterna.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo grande, poeta.
M.Jesús
Gracias nuevamente M.Jesús. Siempre tan generosa en tu crítica.
EliminarUn abrazo.
Precioso!!!
ResponderEliminarMe quedo, sin duda con:" Quiero amar, una vez, todavía"
Cariños....
Entonces puedes quedarte con ese verso y lo que significa en el poema Oriana.
EliminarUn abrazo.
nunca es tarde para amar , al menos es lo que yo pienso, aunque no será con esa locura ni desparpajo de los 20 ó 30 ó 50 , pero igual vale la pena arriesgar el pellejo en esa cruzada emocional, total el corazón ya sabe cuidarse solito hace rato jajaja
ResponderEliminarabrazos y buen fin de semana
:D
Esperemos que no se vuelva loco Ely y que empiece a desbocarse...
EliminarUn abrazo y lindo fin de semana.
pd... pero nada de amar como niño, porfis, eso desalienta a cualquiera
ResponderEliminar;)
Pd... Lo de amar como un niño quizás es inevitable, y siento que eso desaliente, pero... ;)
Eliminarjajaja Elisa me has hecho reir jajaja es cierto ehh , precioso yo soy de las que creo que uno se ve en el espejo y me digo avanza cierra losojos y avanza dulces letras , besos desde mi brillo del mar
ResponderEliminarEs que Ely está en plena primavera Bea, y expresa lo que siente y le corre por las venas, (como cada uno de nosotros).
EliminarUn abrazo desde el cantábrico.